sábado, 6 de abril de 2013

La mujer árbol


Hace días curioseando en una librería me topé con la revista para niños “Un mundo a mi tamaño” me despertó el interés y la empecé a hojear, y me encontré con la biografía de una mujer africana que luchó más de treinta años contra la deforestación de Kenya y contra el abuso de las mujeres africanas y que además fue honrada con el premio Nobel de la Paz, siendo la primer mujer africana en obtenerlo; aquí les comparto aspectos de su vida que me llamaron poderosamente la atención…

Wangari Maathai la mujer árbol

Compilado por Graciela Sepúlveda

Wangari Muta Maathai nació el 1 de abril de 1940 en Nyeri, Kenia, cuando Kenia era una colonia inglesa. Su familia se dedicaba a la agricultura así que aprendió de ellos el respeto por la tierra y su abundancia, creció en el campo, donde podía estar cerca de la naturaleza y disfrutarla.  Aunque la educación para las niñas no era valorada, al ver lo brillante que era Wangari, su hermano abogó por ella y así pudo asistir a la escuela a los 7 años, donde fue muy dedicada, ella quería saber todo, aprender todo y gracias a esta dedicación ganó una beca que la llevó a estudiar la carrera a los Estados Unidos. Se graduó de Biología y después de una maestría en Ciencias Biológicas, todo esto la preparó, sin ella saberlo, para lo que venía, y hasta el comportamiento de los estadounidenses le dejó una gran enseñanza, pues en la época en la que estudió le tocaron las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, y eso le enseñó que todos tenemos el derecho de expresar nuestras creencias y de denunciar.

De regreso a Kenia fue la primera mujer en dar clases en la universidad de Nairobi, después de obtener ahí mismo un doctorado. Sin embargo, ella veía la gran desigualdad que había hacia las mujeres y se empezó a involucrar en la política uniéndose al Consejo Nacional de Mujeres de Kenia, una organización dedicada a mejorar la situación de las mujeres africanas. En sus visitas a las zonas rurales descubrió que el gobierno, con tal de ganar más, había inducido a los agricultores a cambiar los cultivos de proveer para ellos mismos a servir para la exportación, como café y té. Como resultado, grandes extensiones de tierras con bosques habían sido taladas para dar lugar a una mayor producción agrícola comercial. Este cambio tuvo un efecto terrible sobre la vida familiar rural, especialmente para las mujeres. Ya no podían cultivar alimentos para sus hijos porque los nutrientes en el suelo se agotaron, no tenían acceso a la leña, que era su principal fuente de energía, la ganadería sufrió porque no había vegetación para pastar, y los arroyos se secaron o se contaminaron por el escurrimiento del suelo, lo que resultó en una falta de agua potable, total que fue un desastre este cambio.

Y les cuento que Wangari pensó en cómo podrían enfrentar esa devastación, en acciones concretas y viables, y finalmente encontró una solución y que resultó tan simple como plantar árboles, ella decía: “Si plantamos árboles, tendrán leña, si plantamos árboles, tendrán que comer”. Así que enseñó a las mujeres a plantar árboles, porque tiene su chiste, y fundó “Green Belt Movement” (Movimiento del Cinturón Verde) e inició como todo, poco a poco, con solo un grupito de aldeanas recogiendo semillas y plantándolas, y de verdad que paciencia, porque los frutos se iban a tardar en ver. Wangari a pesar de la incredulidad que le rodeaba, tuvo en la perseverancia una de sus mejores aliadas, porque creía realmente en lo que estaba haciendo. Descubrió que los grandes problemas pueden a veces resolverse de manera práctica y sencilla.

En un principio los funcionarios del gobierno se rieron del programa, pero con el tiempo estos primeros grupos de mujeres capacitaron a otros grupos y en los siguientes treinta años más de treinta millones de árboles fueron plantados, ¡Sí, no te equivocaste al leer! además seis mil viveros fueron creados y operados por mujeres y surgió empleo para más de cien mil personas, todo esto gracias a la idea y esfuerzo de Wangari por salvar de la desolación su amada Kenia. Y otro gran cambio tuvo lugar, las mujeres comenzaron a tomar el control de su futuro, ya que “Green Belt Movement” no solo las enseñaba a plantar árboles, también creó programas destinados a educarlas en áreas tales como la planificación familiar, la nutrición y el desarrollo del liderazgo. El movimiento también creó una campaña de seguridad alimentaria para reintroducir los cultivos originalmente sembrados en la región y restablecer huertos de uso familiar.

A medida que el “Green Belt Movement” se  expandía, Wangari se empezó a dar cuenta de que el mayor culpable de la destrucción ambiental era el gobierno corrupto, y así se convirtió en una firme defensora de la reforma política ambiental. Comenzó a educar a los ciudadanos para que exigieran a los funcionarios públicos que fueran responsables con el uso de los recursos naturales. Uno de sus primeros enfrentamientos públicos  fue en 1989 cuando Wangari abiertamente protestó por la construcción de un edificio de 60 pisos que destruiría el Parque Uhuru de Nairobi y sería utilizado para, entre otras cosas, oficinas gubernamentales. Su campaña tuvo tanto éxito, con el apoyo de muchos kenianos, que el edificio nunca se construyó, ella sola tal vez no lo hubiera logrado, pero la unión hace la fuerza.

Años después defendió el bosque Karura pues querían destruirlo para construir edificios de lujo, en esta ocasión fue agredida brutalmente y enviada al hospital, sin embargo, el mundo se dio cuenta de su lucha y se unieron a ella para apoyarla en su proyecto. Finalmente el bosque se salvó. En el 2002 fue elegida diputada con el 98 % de los votos y el corrupto presidente Arap Moi fue vencido en las elecciones. El nuevo presidene, Mwai Kibaki, la designó como la Ministra del Medio Ambiente. 

En el 2004 recibió el Premio Nobel de la Paz, siendo la primera mujer africana en recibirlo; el comité del Nobel la elogió por tener "un enfoque global del desarrollo sostenible que abarca la democracia, los derechos humanos y los derechos de la mujer en particular" y por servir "como fuente de inspiración para muchos en la lucha por los derechos democráticos". Cuando le preguntaron que le gustaría hacer para celebrar este acontecimiento, contestó: “Plantar un árbol”.
Wangari Maathai murió el 25 de septiembre de 2011.

Fueron muchos los premios y reconocimientos que recibió durante toda su vida, sin embargo, el legado que dejó de un mejor planeta para los hombres, de una mejor calidad de vida para las mujeres africanas, de que sus métodos se convirtieran en ejemplo para muchos otros países, de enseñarnos que cuando algo está mal hay que denunciarlo, todo esto vale mucho más que cualquier premio que pudiera haber recibido, todo esto la convirtió en una mujer que alcanzó el éxito luchando por preservar lo que más amaba, la naturaleza.


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