domingo, 2 de junio de 2013

Las Servilletas de la Gratitud... / Gratitude Napkins...

Tenemos una historia que contarte…
We have a story to tell...
(Please read this story below the Spanish version)

Las Servilletas de la Gratitud

La Cafetería de Frank fue una vez un negocio próspero y lleno de energía, el lugar favorito para los lugareños y turistas por igual en el pintoresco pueblo de York Beach Maine en Nueva Inglaterra. Pero cuando la economía se paralizó, Frank encontró más y más difícil mantenerse y sonreír.

Un día, Frank alcanzó a ver en el espejo de la pared de la cafetería a un viejo gruñón, con el ceño fruncido y con las líneas de expresión hundidas profundamente en las esquinas de la boca. No reconoció al hombre como a sí mismo. Mirando alrededor de su cafetería desolada, él sabía que no era sólo la economía la que había alejado a sus clientes - era su actitud pesimista ante la vida. Frank había tratado de mantener el optimismo, pero parecía que los golpes seguían llegando, como los vientos gélidos del noreste golpean la costa. A menudo se preguntaba qué era lo que había que buscar cada día.

Sus ojos se encontraron con una mesa en la esquina trasera del restaurante donde una frágil anciana desayunaba con una jovencita universitaria. La señora Sheridan y su asistente Michelle habían desayunado ahí todos los días durante un par de años. Frank asentía y forzaba una sonrisa cuando entraban por la puerta cada día. Eran sus mejores clientes después de todo. La señora Sheridan terminaba cada comida  garabateando algo en una servilleta y la colocaba en su bolsa con una sonrisa de satisfacción.

Un día soleado de otoño, aunque había un paisaje impresionante de Nueva Inglaterra que podía verse a través de las ventanas de la cafetería, Frank no era consciente de la belleza que lo rodeaba. Estaba agachado  bajo el mostrador, quejándose de cómo el lavavajillas siempre dejaba manchas en las tazas de café. Una suave voz interrumpió  su enojo.
"Frank, me pregunto si podría hablar con usted."
Frank casi se golpeó la cabeza en la caja registradora cuando se puso de pie, mirando a la señora Sheridan, sorprendido. Michelle se aferró a la señora, apoyándola. Todo lo que Frank pudo hacer fue asentir amablemente.
"Quería hablar con usted acerca de estos ..."
Ella levantó su brazo tembloroso, apuntando hacia las líneas de expresión en el rostro de Frank.
Abrió la boca para decir algo, explicar,  defenderse... pero se dio cuenta que no tenía nada que decir, así que la señora Sheridan continuó.

"Joven, aprendí  hace mucho tiempo que  la vida no siempre va por donde queremos. Créame, tengo más de 90 años en los que he acumulado una gran carga de angustias y desafíos que fácilmente podría llevar a todas partes conmigo como equipaje. En su lugar, opté por llevar estas conmigo”.

Metió la mano en su bolso y sacó una pila de las servilletas que Frank la había visto garabatear todos los días. Ella había escrito cosas como: las hojas de otoño, la bondad de Michelle, las conchas de la playa, el hermoso amanecer de hoy, otro delicioso desayuno en la cafetería de Frank.

"Frank me gustaría desafiarlo a hacer lo mismo, para que deje de cargar a todas partes sus luchas y comience a tener una actitud de gratitud en su lugar."

Después de que la señora Sheridan le asignó su “tarea diaria", Frank no tuvo corazón para rechazar su petición.

Al principio lo hizo para complacerla. Mientras ella lo miraba desde su mesa todos los días, Frank obedientemente tomaba una servilleta de un dispensador en el mostrador, garabateaba algo por lo que estaba agradecido y lo ponía en el bolsillo. El proceso fue mecánico al principio, sin sentido, en lugar de hacerlo con atención. Pero cada vez la señora Sheridan le sonreía, sin decir una palabra, animándolo a continuar.

Frank casi ni notó cuando las cosas empezaron a cambiar, cuando las palabras de agradecimiento que anotaba en la servilleta cada mañana comenzaron a hundirse en su obstinado y grueso cráneo. La actitud de gratitud que había adoptado inadvertidamente a través de la pura rutina, comenzó a significar realmente algo. Fue entonces cuando la vida de Frank comenzó a cambiar...

A poco más de un mes de su tarea diaria de gratitud, Frank tuvo una vez más una visión de sí mismo en el espejo de la  cafetería. El reflejo en el espejo era un hombre alegre, brillante, a quien no había visto desde hace años. Este hombre esperaba cada nuevo día con esperanza y entusiasmo.

Sin dejar de sonreír casi sin control al darse cuenta de cuánto había cambiado su vida, Frank examinó su ahora animado negocio. Los lugareños, el personal y los turistas alegremente disfrutaban el espacio revitalizado. A pesar de que Frank no había hecho ninguna remodelación física, la cafetería de alguna manera parecía más brillante para él. Sus ojos se dirigieron automáticamente a la esquina, para compartir el momento con la señora Sheridan. Sin embargo, por primera vez en algunos días, la mesa estaba vacía. El corazón de Frank se hundió...

Un par de días más tarde, Michelle llegó y colocó una caja sobre el mostrador delante de Frank con una sonrisa solemne, las lágrimas brillaban en los ojos de la joven.

"Mrs. Sheridan quería que tuviera esto”.
Mirando al suelo para que no pudiera ver sus ojos llenos de lágrimas, Frank simplemente asintió con aprecio. Sintió una abrumadora oleada de gratitud en él de que una dama tan especial hubiera entrado en su vida, y precisamente cuando más lo necesitaba.

Cuando las hojas de la primavera estaban floreciendo, la Cafetería de Frank era más popular que nunca en York Beach. Había una nueva característica en particular que era un gran atractivo para los clientes. Cuando un cliente cogía una servilleta de un dispensador, también recibía un mensaje de gratitud impreso en ella. Cada mensaje era alguna de las palabras de la colección de la señora Sheridan, junto con algunos otros del escondite personal de Frank. Debajo del mensaje estaba la pregunta - "¿De qué estás agradecido  hoy?" Con una línea en blanco debajo. Frank podría ver desde el mostrador que los clientes de todas las edades y de todos los ámbitos de la vida con entusiasmo garabateaban sus respuestas en sus servilletas, y casi siempre con una sonrisa. La actitud inquebrantable de gratitud de la señora Sheridan, al parecer, había transformado no sólo su propia vida, sino la vida de los que le rodeaban también.

¿Qué medidas tomarás TÚ hoy y todos los días para adoptar una actitud de gratitud en tu vida? ¿Va a tomar la decisión de centrarte en tus cargas o en tus bendiciones? Es tan fácil sentirnos defraudados cuando nos centramos en lo que nos falta. Pero cuando practicamos la gratitud como un hábito diario, la vida tiene una manera de transformarse positivamente a nuestro alrededor. Ya sea que utilices algo tan simple como una servilleta o un diario, cuando escribas las cosas por las que estás agradecido cada día, va a cambiar tu visión del mundo a tu alrededor, sólo un día a la vez.

Linda McLean

Linda McLean, es una famosa autora y coach de vida certificada, cree en el poder de la gratitud y planificación. Vive en Reno, Nevada, con su marido, dos hijas y su gran perro Palmer. Linda ha lanzado recientemente su nuevo libro “Mi diario de la gratitud - 7 Minutos Hoy te conducen a una vida abundante Mañana”. Esto lleva a los lectores a través de un probado proceso diario de adoptar una "actitud de gratitud" para producir grandes resultados en la vida. Por favor no dude en visitar su sitio web en http://www.mcleaninternational.com/  o ir directamente a www.GratitudeJournal.net para ver el libro.



Adaptación al Español:
Graciela Sepúlveda y Andrés Bermea

Here the English version…

Gratitude Napkins

Frank’s Diner was once an energized, thriving business, a favorite spot for locals and tourists alike in the scenic New England town of York Beach Maine. But when the economy hit a brick wall, Frank found it more and more difficult to hold onto his trademark, cheerful smile.

One day, Frank caught a glimpse in the mirror on the diner wall of a grumpy, scowling old man with frown lines embedded deeply in the corners of his mouth. He didn’t recognize the man as himself. Looking around his desolate diner, he knew that it wasn’t just the economy that had driven his customers away – it was his pessimistic attitude toward life. Frank had tried to remain optimistic but it seemed like the hits just kept coming, like a NorEaster pummeling the coastline. He often wondered what there was to look forward to each day.

His eyes met with a booth in the back corner of the diner where a frail elderly woman ate breakfast with a college age girl. Mrs. Sheridan and her caregiver Michelle had been coming in for breakfast every day for a couple of years. Frank would nod and force his face into a smile when they walked in the door each day. They were his best customers after all. Mrs. Sheridan would conclude each meal by scribbling something onto a diner napkin and placing the napkin in her purse with a contented smile.

One sunny fall day, even though the New England leaves painted a breathtaking landscape outside the diner windows, Frank was oblivious to the beauty that surrounded him. He was currently crouched under the counter, grumbling about how the dishwashers were always leaving spots on the coffee mugs. A feeble voice above interrupted his rant.
“Frank, I wonder if I could have a word with you.”
Frank nearly smashed his head on the cash register as he jumped to his feet, looking at Mrs. Sheridan in surprise. Michelle held onto the old woman tight, obviously propping her up. All Frank could do was nod agreeably.
“I wanted to talk to you about these…”
She lifted her trembling arm, pointing toward the frown lines on Frank’s face.
He opened his mouth to say something, to explain, to defend himself… but realized he had nothing to say, so Mrs. Sheridan continued.

“Young man, I learned a long time ago that life doesn’t always go your way. Believe me, I have 90 plus years of my fair share of heartbreaks and challenges that I could easily carry around with me as baggage. Instead, I choose to carry these with me.”

She reached into her purse and took out a stack of the napkins Frank had watched her scribble on every day. She had written things like: autumn leaves, Michelle’s kindness, seashells from the beach, the beautiful sunrise today, another delicious breakfast at Frank’s Diner.

“Frank I would like to challenge you to do the same; to stop carrying around your struggles and start carrying an attitude of gratitude instead.”

After Mrs. Sheridan further described his daily “homework assignment,” Frank didn’t have the heart to refuse her request.

At first he did it to appease her. As she watched from her booth each day, Frank would dutifully take a napkin from a dispenser on the counter, scribble something he was grateful for on it and put it in his pocket. The process was mechanical in the beginning, mindless instead of mindful. But each time Mrs. Sheridan smiled over at him, wordlessly encouraging him to continue.

Frank barely noticed when things began to change, when the words of gratitude he jotted down on the napkin each morning began to sink into his thick, stubborn skull. The attitude of gratitude he had inadvertently adopted through the sheer routine of it, began to truly mean something. That was when Frank’s life began to change…

A little over a month into his daily gratitude homework, Frank once again caught a glimpse of himself in the diner mirror. The reflection in the mirror was of a glowing, joyful man whom he hadn’t seen for years. This man looked forward to each new day with hope and enthusiasm.

Still smiling almost uncontrollably at the realization of how much life had changed, Frank surveyed his now bustling business. Locals, staff, and tourists alike were cheerfully enjoying the revitalized space. Even though Frank hadn’t made any physical renovations, the diner somehow looked brighter to him. His eyes automatically drifted to the corner, to share in the moment with Mrs. Sheridan. But for the first time in a few days, the booth was empty. Frank’s heart sank…

A couple days later Michelle arrived and placed a box on the counter in front of Frank with a solemn smile, tears glistening in the young woman’s eyes.

“Mrs. Sheridan wanted you to have these.”
Looking at the floor so she couldn’t see his own tearful eyes, Frank simply nodded his appreciation. He felt an overwhelming wave of gratitude wash over him that such a special lady had come into his life, and exactly when he needed her most.

By time the springtime leaves were blooming, Frank’s Diner was more popular than ever in York Beach. There was one new feature in particular that was a huge customer draw. When a diner patron reached for a napkin from a dispenser, they also received a message of gratitude printed on it. Each message was word for word from Mrs. Sheridan’s collection; along with a few from Frank’s own personal stash. Beneath the message was the question – “What are you grateful for today?” with a blank line beneath. Frank would watch from the counter as customers of all ages and from all walks of life eagerly scribbled their answers on napkins, and almost always with a smile. Mrs. Sheridan’s unwavering attitude of gratitude, it seemed, had transformed not only his own life, but the lives of those around him as well.

What steps will YOU take today and every day to adopt an attitude of gratitude in your life? Will you make the choice to focus on your burdens or your blessings? It is so easy to feel shortchanged when we focus on lack. But when we practice gratitude as a daily habit, life has a way of transforming positively around us. Whether you use something as simple as a napkin or a journal, when you write down the things you are grateful for each day you’ll be changing your view of the world around you, just one day at a time.

Linda McLean

Linda McLean, an International Best Selling Author and Certified Business and Life Coach, believes in the power of Gratitude and Planning.  Living in Reno, Nevada with her husband, two daughters and grand dog Palmer, Linda has recently launched her new book  “My Gratitude Journal – 7 Minutes Today Leads to an Abundant Life Tomorrow”. It takes readers through a proven daily process of adopting an “attitude of gratitude” to produce big results in life. Please feel free to visit her website at http://www.mcleaninternational.com/ or go directly to www.GratitudeJournal.net to view the book.