domingo, 11 de marzo de 2018


Tenemos una historia que contarte…
We have a story to tell...
(Please read this story below the Spanish version)

Un Tributo a un Panadero

"HUUP... UNO, HUUP… DOS, HUUP... TRES..." Esas melódicas órdenes sonaban igual a las de un duro sargento de la  marina. Sin embargo, en realidad su nombre era Tom Williams, era un funcionario de los Petroleros de Houston (de la Liga Nacional de Fútbol) y un entrenador de clase mundial de deportistas famosos - Earl Campbell, Darrell Green, Mike Singletary, Hakeem Olajuwon - por nombrar sólo unos pocos.
Fuera de temporada, él operaba una tienda de Kolache, galletas y delicias rellenas de carne.

Aproximadamente a 180 metros de esta tienda Kolache está su famosa "Colina", un terreno muy escarpado, que trajo a los pantanos. Tom entrenaba a sus atletas en esa colina, corriendo arriba y abajo para aumentar su resistencia, o para ayudar a reconstruir los músculos o ligamentos dañados después de una lesión o una cirugía.

En cuanto a mí, yo siempre había querido ser un atleta profesional, pero pronto me di cuenta de que no era lo suficientemente alto o rápido para convertirme en uno, así que centré mis sueños en convertirme en un cirujano ortopédico, para ayudar a mis ídolos deportivos a recuperarse de lesiones graves.

Ese sueño, sin embargo, se desvaneció durante mi segundo año en la universidad, cuando fui herido gravemente, al ser una víctima inocente durante un robo a una tienda de conveniencia. Recibí un disparo en la parte posterior de la cabeza, y muy pocos pensaron que podría sobrevivir. Sin embargo, muchos meses después, tras varias cirugías y largos programas de rehabilitación en el hospital, conocí a Tom, el eterno optimista.
El primer día en que mi familia y yo nos encontramos con Tom le “ladraba” órdenes a sus atletas en la "Colina". Les dijo a mis padres que sin duda podría ayudarme, pero que yo tendría que disciplinarme a trabajar cuatro horas seguidas todos los días, incluyendo fines de semana.

Al principio, mis padres veían como Tom trabajaba conmigo desde la parte de atrás de su tienda Kolache. Tom cubría las mesas que se utilizan normalmente para amasar la masa, y ahora iba a "amasar" mis músculos, masajear mi blando brazo derecho, y luchar junto conmigo para aprender a caminar de nuevo.
Entonces, un día, Tom gritó: "Mike, vamos a ir a la ''Colina."

Yo estaba aterrado mientras iba cojeando hacia el terreno, y mis padres estaban igualmente petrificados. La "Colina" era tan empinada que pensé que incluso una cabra tendría dificultades para tratar de subir.

Al principio, Tom le pidió a dos fornidos atletas que me levantaran tomándome debajo de los brazos y me "arrastraran" cuesta abajo. Cuando llegamos a la parte inferior, uno de los atletas le gritó a Tom, "¿Qué quieres que hagamos ahora?" Tom respondió con calma "arrástrenlo hacia arriba."

En ese momento, mi padre, que es un rabino de profesión, le dijo a mi madre que pensaba que Tom me iba a matar y que deberían alejarme de él tan pronto como fuera posible.
Mi padre, queriendo ser cortés, le agradeció a Tom y le dijo que teníamos que regresar a casa. Pero Tom respondió: "No son más que las dos de la tarde, y Mike tiene que estar aquí hasta las 5, y por cierto, mañana lo traen un poco más temprano."
A pesar de que mi padre se empeñó en salir, mi madre realmente sentía que si Tom podía ayudar a "atletas del millón de dólares” a que se recuperaran, seguramente podría ayudar a su hijo.

Mi padre fue a su casa para nunca volver a la tienda Kolache y le dijo a mi madre: "Tom va a matar a Mike", y mi madre nunca le dio adelanto alguno a mi padre sobre mi progreso con Tom al paso de los días.

Algunas semanas más tarde Un día, Tom llamó a mi padre a su casa y le dijo: "Padre, soy Tom Williams y ¡es necesario que venga rápido!" Diciendo eso, Tom colgó el teléfono.
Mi padre pensó que yo estaba muerto o gravemente herido, víctima de una grave lesión mientras descendía por la "Colina". Rápidamente corrió hacia la tienda de Tom, saltó de su coche, y se dio cuenta de que muchas personas se apiñaban cerca de la esquina de la "Colina". Con gran inquietud mi padre escudriñó en la "Colina" y me vio subir lentamente-- vivo. Cuando llegué a la cima de la "Colina" rápidamente me di la vuelta como Tom me instruyó y volví a bajar hasta el fondo, hasta el pantano. Las lágrimas brotaron de los ojos de mi padre cuando Tom se acercó a él y le dijo: "Rabino, usted puede dar grandes sermones, pero no practica lo que predica. Les dice a todos que tengan fe, pero usted no tiene fe - fe en mí, fe en su hijo, y fe en Dios. Usted simplemente dijo: 'me rindo', y se fue a casa.”

Mi padre reflexionó seriamente sobre lo que Tom le había dicho y vio como poco a poco yo llegaba a la orilla de la "Colina" en mi viaje de regreso. En ese momento, con lágrimas de alegría, mi padre y yo nos abrazamos.
Esa fue sólo una de las muchas lecciones que aprendí de Tom en los siguientes años. A pesar de que todavía tengo muchas discapacidades físicas como consecuencia de la herida de bala, la "Colina" me enseñó que incluso lo imposible puede convertirse en posible.
Todos en la vida tienen su propia "Colina" para escalar, algunas pequeñas, otras grandes. Ese día, Tom me enseñó la lección más importante de mi vida: "Nunca rendirse, nunca darse por vencido."
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A pesar de que Tom era un entrenador de atletas de clase mundial, aprendió que su verdadero amor era ayudar a las personas "comunes", y poco después de mi éxito en la "Colina" Tom abrió un Centro de Rehabilitación, donde trabajó con pacientes con lesiones de la médula espinal y con personas con accidentes cerebrovasculares.  En los "viejos tiempos", Tom usaba sólo una simple mesa en la parte posterior de su tienda Kolache en la que  preparaba sus pasteles para ayudar a sus clientes. Ahora, tenía lo último, lo más moderno en el Centro de Rehabilitación junto a su "Colina" hecha por él mismo, para que Tom pudiera alentar a muchos más a desafiar a los expertos.

Tom recibía transferidos de todo el país, porque tenía una habilidad especial para hacer que los pacientes quisieran sobresalir. Sus pacientes mejoraron y su centro fue un gran éxito.
Durante los siguientes años visitaba con regularidad el Centro, no sólo para ejercitarme, sino algo más importante, para trabajar con el "Maestro", Tom.

Había desarrollado una fuerte conexión emocional con Tom. Él había hecho que disfrutara nuevamente la vida, una vez más, lo que muchos médicos y terapeutas afirmaron que ya no existía.
Sin embargo, más adelante Tom enfermó de cáncer y falleció. El funeral fue enorme. Muchos de sus atletas estaban allí para darle el último “adiós” y "las gracias". Yo era un portador honorario del féretro porque su familia pensaba que nuestra relación fue especial y única.

Después de que todos se fueron del cementerio, me acerqué a la tumba de Tom a pronunciar una oración final y una declaración de agradecimiento a ese hombre tan maravilloso que había sido parte de mi vida. Al mirar a la inscripción en la lápida ésta decía:
Amado para siempre en los corazones de aquellos que él Tocó
Tom Williams
11 abril de 1927 - 11 junio de 1995

En ese momento me di cuenta de por qué estábamos tan profundamente conectados: ¡el 11 de abril también es mi cumpleaños!

(C) 2001 por Michael Jordan Segal, MSW

Michael Jordan Segal, que desafió todas las probabilidades después de recibir un disparo en la cabeza, es esposo, padre, trabajador social, y un escritor independiente (incluyendo un CD / con 12 historias, que se leen con música de fondo, titulado POSIBLE), orador y motivador, comparte su receta para la felicidad, la recuperación y el éxito ante congresos y negocios. Para ponerse en contacto con Mike o para ordenar su CD, por favor visite www.InspirationByMike.com y por favor tome un momento para ver su video:


 https://youtu.be/hNeRqpaoNpQ

Publicada originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor

Adaptación al Español:
Graciela Sepúlveda y Andrés Bermea

Here the English version…

A Tribute To A Baker

"HUUP...ONE, HUUP...TWO, HUUP...THREE..." Those melodious orders sounded like the commands of a tough marine drill sergeant. However, in reality the man's name was Tom Williams and he was an executive with the Houston Oilers (of the National Football League) and a world class trainer of famous athletes -- Earl Campbell, Darrell Green, Mike Singletary, Hakeem Olajuwon -- to name but a few.
During the off season he operated a Kolache shop, baking cookies and meat filled delights.

Approximately 200 yards from this Kolache shop was his famous "Hill", a very steep embankment, which led to the bayou. Tom would have his athletes train on that hill, running up and down to build stamina or to help rebuild muscles or ligaments damaged after an injury or surgery.

As for me, I had always wanted to be a pro athlete, but early on I realized that I was not quick enoughnor tall enough to become one, so I focused my dreams on becoming an Orthopedic Surgeon, helping my athletic idols to recover from devastating injuries.
That dream, however, was smashed during my sophomore year in college when I was seriously injured as an innocent victim of a convenience store robbery. I was shot in the back of the head, and very few thought I would even survive. However, many months later, after several surgeries and lengthy hospital rehabilitation programs, I met Tom, the eternal optimist.
The first day my family and I encountered Tom he was barking out orders for his athletes on the "Hill". He told my parents he could definitely help me, but I would have to discipline myself to work four straight hours every single day, including weekends.
At first, my parents would watch Tom work with me in the back of his Kolache shop. Tom would cover the tables he would normally use to knead his dough, and now would "knead" my muscles, massage my limp right arm, and struggle with me as I learned to walk again.
Then, one day, Tom barked, "Mike, let's go to the 'Hill'."

I was scared as I limped toward the bayou, and my parents were equally petrified. The "Hill" was so steep that I thought even a Billy goat would have difficulty trying to climb it.

Initially, Tom ordered two husky athletes to lift me under my arms and "drag" me down the hill. When we got to the bottom, one of the athletes screamed up to Tom, "What do you want us to do now?" Tom calmly replied, "Drag him back up."

At that point, my father, who by profession is a rabbi, told my mother that he thought Tom was going to kill me and they should get me away from him as soon as possible.
My father, wanting to be polite, thanked Tom and stated that we had to go home. But Tom replied, "It's only 2 o'clock, and Mike is to be here until 5, and by the way, bring him a little earlier tomorrow."
Even though my father was adamant about leaving, my mother truly felt that if Tom could help "million dollar athletes" recover, he could surely help her son.

My father went home, never returning to the Kolache store because he told my mother, "Tom is going to kill Mike," and my mother never volunteered any information to my father about my progress with Tom as the days wore on.

One day, a number of weeks later, Tom called my father at home and said, "Father, this is Tom Williams and you need to get here fast!" With that, Tom slammed the phone down.
My father thought I was dead or badly injured, the victim of a severe injury while tumbling down that "Hill." He quickly sped toward Tom's shop, jumped out of his car, and noticed many people huddled near the corner of the "Hill." With great trepidation my father peered over the "Hill" and saw me slowly climbing the "Hill" -- alive. When I reached the top of the "Hill" I quickly turned around as Tom instructed me and went back down to the bottom, to the bayou. Tears welled up in my father's eyes as Tom approached him and said, "Rabbi, you might give great sermons, but you don't practice what you preach. You tell everyone to have faith, but you did not have faith -- faith in me, faith in your son, and faith in God. You simply said, 'I give up,' and you went home."

My father pondered seriously as to what Tom had just said and watched as I slowly reached the edge of the "Hill" on my return trip. At that moment, with tears of great joy, my father and I fell into each other's arms and embraced one another.

That was just one of the many lessons I learned from Tom over the next few years. Even though I still have many physical disabilities as a result of the gunshot wound, the "Hill" taught me that even the impossible could become the possible.
Everyone in life has his own "Hill" to climb, some small, some large. On that day Tom taught me the most important lesson of my life: "Never give in; never give up."
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Even though Tom was a world class trainer of athletes, he learned that his true love was helping "ordinary" people, and soon after my success on the "Hill" Tom opened a Rehabilitation Center where he worked with spinal cord and head injured and stroke patients. In the "old days," Tom would use only a simple table in the back of his Kolache shop on which he prepared his pastries to help his clients. Now, he had a state of the art, modern Rehabilitation Center along with his own man-made "Hill" so Tom could encourage many more to defy the experts.

Tom received referrals from all over the country for he had a special ability to make patients want to excel. His patients improved and his Center was a huge success.
For the next few years I would regularly go to the Center, not only to exercise but more importantly to work out for the "Master," Tom.

I had developed a strong emotional connection with Tom. He had extended to me a lifeline to enjoy life once again which many physicians and therapists stated no longer existed.
However, later Tom became extremely ill with cancer and passed away. The funeral was huge. Many of his athletes were there to say their last "good byes" and "thank yous." I was an honorary pallbearer because his family thought that our relationship was a special and unique one.
After everyone left the cemetery I went up to Tom's grave to utter my final prayer and statement of thankfulness that such a wonderful man had been a part of my life. As I glanced at the inscription on the tombstone I read:
Forever Loved In The Hearts Of Those He Touched
Tom Williams
April 11, 1927 -- June 11, 1995

At that very moment I realized why we were so deeply connected: April 11 is also my birthday!

(c)2001 by Michael Jordan Segal, MSW

Michael Jordan Segal, who defied all odds after being shot in the head, is a husband, father, social worker, freelance author (including a CD/Download of 12 stories, read with light background music, entitled POSSIBLE), and inspirational speaker, sharing his recipe for happiness, recovery and success before conferences and businesses. To contact Mike or to order his CD, please visit http://www.inspirationbymike.com/ and please take a moment to check out his video:


 https://youtu.be/hNeRqpaoNpQ

Originally published on Insight Of The Day from Bob Proctor