Tenemos una historia
que contarte…
We have a story to tell...
(Please read this
story below the Spanish version)
Son sólo vagones
vacíos
En esta cálida tarde
de pre-primavera, me siento en la terraza a disfrutar del clima, la vista y un
buen libro. Un par de mirlos de alas rojas se aferran a las ramas de un árbol
cercano y cantan a la llegada de la primavera. Al otro lado de las vías, del
otro lado del arroyo, treinta cabezas de ganado tranquilamente se alimentan de
una pila de heno dejada por el granjero. Pronto irán a pastar en la hierba
nueva en los pastizales bajando el arroyo.
Levanto la cabeza ante
el sonido de un silbato de tren gimiendo en el aire inmóvil. A un kilómetro y medio, por las vías que pasan
entre el arroyo y nuestro complejo de apartamentos, veo las luces delanteras de
la máquina del tren cada vez más brillantes. Mi paz es interrumpida por la
carrera del tren y por nuestra gatita que en las puertas del balcón se
estremece pidiendo escapar del ruido
aterrador. La dejo entrar y veo los vagones rodar, unos más ruidosos que otros.
Los coches llenos, pasan retumbando, pero los que están vacíos traquetean y
golpean, haciendo más ruido que los demás. Son muy molestos para los oídos.
La comparación
entre los coches llenos y vacíos me hace pensar en la gente que he conocido a
lo largo de mis cincuenta años de vida.
Estaba Don.
Recuerdo cuando me contrató. Era un cliente mío, pero perdí mi trabajo debido a
recortes de personal en la compañía. Don me ofreció un trabajo en su empresa.
Fue un placer trabajar bajo su dirección. Él no les ordenaba a sus empleados,
los guiaba. Por ejemplo, durante nuestra primera reunión semanal, él no me dijo
qué hacer. Me miró y me preguntó: "¿Qué
es lo que tú y tu equipo lograron la semana pasada?"
Titubé para darle
una respuesta.
Entonces Don
preguntó: "¿Cuáles son tus planes
para esta semana?"
Titubé de nuevo.
Esas dos
preguntas me llevaron a pensar y planificar. Nunca más me encontró fuera de
base otra vez. En cada reunión le presentaba nuestros logros de la semana y
nuestros planes para la siguiente.
Otro vagón traqueteó y
me acordé de los acosadores de mi infancia.
Se pavoneaban
alrededor del patio de la escuela, golpeaban a los niños más pequeños y les
ponían apodos. Estos acosadores normalmente tenían otros dos o tres burlándose junto
con ellos.
El traqueteo del vagón
me recordó a un tipo con el que solía trabajar como técnico en
telecomunicaciones hace muchos años. Cuando trabajaba en algún problema, él se
paseaba alrededor y con desprecio me decía, "¿Por
qué estás haciendo eso? ¿Sabes lo que estás haciendo?" No le hacía
caso, pero su risita era más que audible, mientras se abría paso por el pasillo
lleno de equipos de telecomunicaciones.
Trataba de
concentrarme en mi tarea. Había sido muy seguro de mí mismo. Sus palabras me
hacían dudar de mis capacidades.
Conocemos gente
tranquila y ruidosa mientras viajamos por la vida.
Los tranquilos están
llenos de conocimiento: son grandes líderes y mentores. Nos conducen a una gran
aventura.
Los ruidosos: son
carentes de conocimiento, creen que son líderes, pero fanfarronean por la vida
sin dar nada a cambio. Ellos creen que engañan a los que los rodean, hacen
mucho ruido para parecer importantes y pretenden saber lo que están haciendo.
Los ruidosos son los acosadores, los fanfarrones y los presumidos. Nos empujan
a lo largo de una pista vacía hacia ninguna parte.
En realidad, ellos son
los vagones vacíos.
Michael T. Smith
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movimiento,
Mike
Publicada originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor
Adaptación al Español:
Graciela Sepúlveda y
Andrés Bermea
Here the English version…
They Are Just Empty Cars
On this warm pre-spring afternoon, I sit on
the balcony, enjoy the weather, the view and a good book. A couple of redwing
blackbirds cling to the branches of a nearby tree and sing for the coming of
spring. Across the tracks, on the other side of the creek, thirty head of
cattle quietly feed on a pile of hay left by the farmer. Soon they'll graze on
new grass in the pasture further down the creek.
I lift my head at the sound of a train's
horn wailing into the still air. A mile down the tracks that pass between the
creek and our apartment complex, I see the headlights on the engine car grow
brighter. My peace is interrupted as the train races by and our kitten cringes
by the balcony doors, begging to escape the terrifying noise. I let her in and
watch the rail cars roll by, some more noisy than others. The full cars, rumble
pass, but the empty ones rattle and bang along, making more noise than the
others. They're painful to the ears.
The comparison between the full and empty
cars makes me think of the people I've known throughout my fifty years of life.
There was Don. I remember when he hired me.
He was a client of mine, but my job was lost to cut backs at my company. Don
offered me a job at his company. It was a pleasure to work under his
leadership. He didn't order his employees, he guided them. For example: during
our first weekly meeting, he didn't tell me what to do. He looked at me and
asked, "What did you and your team
accomplish last week?"
I stumbled for an answer.
Don then asked, "What are your plans for this week?"
I stumbled for an answer again.
Those two questions guided me to think and
plan. He never caught me off guard again. Each meeting I showed up with our
accomplishments for the week and our plans for the next.
Another empty rail car rattled by and I
remembered the bullies from my childhood.
They strutted around the school yard,
bumped into smaller kids and called others names. These bullies usually had two
or three others snickering at their side.
The rattle of the car reminded me of a guy
I used to work with as a telecommunications technician many years ago. When I
worked on a trouble, he would wander by and sneer, "What are you doing that for? Do you know what you're doing?"
I ignored him, but his snicker was more than audible, as he made his way down
the aisle of racks filled with telecommunication equipment.
I tried to concentrate on my task. I had
been sure of myself. His words made me doubt my capabilities.
You meet quiet and noisy ones as you travel
through life.
The quiet ones are full of knowledge: great
leaders and mentors. They carry us on a great adventure.
The noisy ones: empty of knowledge; think
they are leaders, but bluster through life giving nothing in return. They think
they fool those around them by making a lot of noise to look important and
pretend to know what they are doing. The noisy ones are the bullies, the
braggarts and the show offs. They pull us along an empty track to nowhere.
In reality, they are just empty cars.
Michael T. Smith
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Keep on waving,
Mike
Originally published on Insight Of The Day from Bob Proctor
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