domingo, 18 de agosto de 2013

Tenemos una historia que contarte… / We have a story to tell...


(Read this story in English below the Spanish version)

Hace muchos años en un viaje a Kentucky para dar una conferencia, tuve uno de esos  “momentos destinados a ser" que atesoro. El avión se retrasó y yo estaba nervioso.
Finalmente anunciaron el abordaje. Ahora, no creo ni por un momento que yo sea la única persona que pase por esto. Desde el momento en que entro en el avión empiezo a buscar donde está mi asiento.

"¿Quién estará sentado a mi lado en este vuelo?" Me pregunto.
"¿Hay alguien ya en mi asiento?"
"¿Hay bebés llorones cerca?"
El tiempo de vuelo es un tiempo precioso para mí. Duermo, escribo o leo. Así que bebés llorando y gente que va al baño con  frecuencia se convierte en un problema.

Hoy me tocó sentarme al lado de una hermosa jovencita que parecía tener alrededor de 12 años de edad. Al acercarme a mi asiento se veía nerviosa, tal vez un poco inquieta y tengo que decir, muy decepcionada. Verás, caminando delante de mí iba un joven y apuesto adolescente. Pude ver ese brillo en la mirada que desaparecía cuando él siguió caminando y yo me senté. Tengo que admitir que estaba nervioso y preocupado. Viajaba sola y yo era uno de esos extraños al que sus padres le dijeron que no hablara.
"Hola, mi nombre es Bob", dije.
"¡Hola!" contestó sin dar su nombre.

Luego pasamos la siguiente hora y quince minutos sin decir una palabra.
Era una niña típica. Nunca se quedó quieta por más de cinco minutos. Muchas veces alcanzaba su maletita y sacaba lo que parecían ser seis cepillos, cuatro paquetes de chicles y todas las envolturas vacías, una bolsa llena de caramelos, un tubo de cristales de azúcar de los colores del arco iris y un regaliz de un pie de largo.
Ah, sí, también comió dos bolsas de cacahuates  del avión. Y yo le di la mía.

No fue sino hasta los últimos 15 minutos del vuelo que la escuché. Esa dulce voz que me decía: "¡Dale uno de tus libros!"
Una y otra vez repetía, "¡Dale uno de tus libros!" Así que abrí uno, lo firmé y le dije: “Soy un escritor y conferencista profesional. Me gustaría darte uno de mis libros, si me lo permites."
Ella sonrió y dijo: "Sí", seguido de un "¡Oh, gracias!"

Entonces empecé a explicarle la historia.

"Es una historia de ficción basada en hechos reales. He cambiado los nombres, pero básicamente la mayor parte de esto es cierto. Mi hijo mayor, Keith tenía cáncer y eso es parte del  libro."
"Oh, lo siento", dijo.

"No es necesario. Ya está mucho mejor, gracias. ¿De dónde eres?" Le pregunté.
Después, por los siguientes diez minutos esta jovencita no dejó de hablar. De hecho, cuando salíamos del avión hablaba y caminaba de espalda por el pasillo.
Gran parte de lo que dijo estaba todo borroso para mí, hasta que dijo estas palabras: “Wow, acabo de ver el Centro Médico Hershey mencionado ahí. ¿Es ahí donde tu hijo iba por sus tratamientos contra el cáncer?" -preguntó ella.
"Sí".
"Ahí es donde tuve mi trasplante de corazón", dijo con una gran y brillante sonrisa.

Trasplante de corazón. Esta niña tuvo un trasplante de corazón. Entonces me fijé. En la parte superior de su camiseta rosa, justo debajo de la clavícula, el inicio de una cicatriz se asomaba por encima de su cuello. Esta vibrante y hermosa jovencita tenía el corazón de un donante. Obviamente, un donante joven que vivía en una familia que se preocupó lo suficiente para salvar la vida de otro niño.
Siguió compartiendo los detalles de su estancia en Hershey. Continué escuchándola con asombro. La historia que contó me era familiar. Ella era la chica al final del pasillo por la que todos oramos. Nunca supe cómo habían salido las cosas para ella hasta hoy.

Dicen que algunas vidas se cruzan porque así estaba destinado. Esto era más que un encuentro casual. Descubrí que esta niña dejando Pittsburgh para ir a casa en Kentucky era una paciente en el mismo hospital, en el mismo piso milagroso, al mismo tiempo que mi hijo estuvo allí. Esa pequeña voz dentro de mí que me decía que le diera una copia de mi libro. Yo estaba renuente. La Voz ganó... como siempre.
Las últimas palabras que me dijo fueron... "Mi mamá siempre me dijo que Dios me iba a llevar a casa, pero luego tuvo un" Cambio de Planes " ¿Lo entiendes?"
Entonces ella sonrió y rió mientras caminaba por la última puerta a los brazos de su amada familia.

Yo entendí.

Bob Perks

Bob Perks es un escritor y orador motivacional y verdaderamente un notable ser humano. La historia que acabas de leer es una historia real.  Puedes recibir sus mensajes enviados 2 o 3 veces a la semana visitando su sitio web http://www.BobPerks.com Sé que estarás feliz de haberlo visitado.

Publicada originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor





Adaptación al Español:
Graciela Sepúlveda y Andrés Bermea


Here the English version…


Many years ago on a trip to Kentucky for a speaking engagement, I had one of those “meant to be moments” I treasure. The plane was delayed and I was nervous.
They finally announced boarding. Now, I don't believe for a moment that I'm the only person who goes through this. From the moment I enter the plane I start scanning ahead to see my seat.

"Who's sitting next to me on this flight?" I wonder.
"Is there anyone in my seat already?"
"Are there any screaming babies nearby?"
Flight time is precious time for me. I sleep, write or read. So screaming babies and frequent bathroom people become a problem.

Today I get to sit next to a beautiful young girl who appears to be about 12 years old. As I approach my seat she seems nervous, perhaps a little apprehensive and I must say very disappointed. You see walking in front of me was this handsome young male teenager. I could see that sparkle in her eye dim as he walked by and I sat down. I'll admit I was nervous and concerned. She was traveling alone and I was one of those strangers her parents told her not to talk to.
"Hi! My name is Bob," I said.
"Hello!" she replied without giving her name.

Then we spent the next one hour and fifteen minutes not saying a word.
She was a typical kid. She never sat still for longer than five minutes. Often times she reached into her carry on and pulled out what appeared to be six brushes, four packs of gum and all the empty wrappers, a bag filled with jawbreakers, a tube of rainbow colored sugar crystals and a foot long licorice.
Oh, yes she also ate two bags of airplane peanuts. I gave her mine.

It wasn't until the last 15 minutes of the flight that I heard it. That sweet sounding Voice that said "Give her one of your books!"
Again and again I heard it repeat, "Give her one of your books!" And so I opened one up, signed it and said, "I am a professional speaker and author. I'd like to give you one of my books if you would permit me."
She giggled a bit and said “Yes” followed by "Oh, thanks!"

I then began to explain the story.

"It's a fictional story based on actual events. I changed the names but basically much of this is true. My oldest son, Keith had cancer and that's part of this book."
"Oh, I'm sorry", she said.

"No need to be. He's doing just fine, thank you. Where are you from?" I asked.
Then for the next ten minutes this young lady never stopped talking. In fact, as we were leaving the plane she talked and walked backwards down the aisle.
Much of what she said was all a blur for me after she said these words: "Wow, I just saw the Hershey Medical Center mentioned in there. Is that where your son went for his cancer treatments?" she asked.
"Yes."
"That's where I had my heart transplant," she said with a big bright smile.

Heart transplant. This child had a heart transplant. Then I took notice. Right at the top of her pink t-shirt, just below her collar bone, the beginnings of a scar peeked over her collar. This vibrant young, beautiful girl had the heart of a donor. Obviously a young donor who lived in a family who cared enough to save another child's life.
She continued to share the details of her stay at Hershey. I continued to listen in amazement. For the story she told was a familiar one. She was the girl down the hall we all prayed for. I never knew how things turned out for her until today.

They say some lives cross because they were meant to. This was more than a chance meeting. I discovered that this child leaving Pittsburgh to go home to Kentucky was a patient in the same hospital, on the same miraculous floor, at the same time my son was there. That little Voice inside of me kept telling me to give her a copy of my book. I argued. The Voice won... as always.
The last words she said to me were... "My Mom always told me that God was going to call me home but then He had a "Change of Heart!"  Do you get it?"
Then she giggled and laughed as she walked through the last door into the arms of her loving family.
I got it.

Bob Perks

Bob Perks is an inspirational author and speaker and a truly remarkable human being. The story you just read is an actual true story. You can receive his messages sent 2-3 times each week by visiting his website http://www.BobPerks.com I know you will be glad you visited his site.


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