sábado, 15 de marzo de 2014

La fuerza y la voluntad de Gaby Brimmer


Compilado por Graciela Sepúlveda

Hoy les compartimos la semblanza de una mujer mexicana que logró el éxito sin poder hablar ni mover ninguna parte de su cuerpo, solo el pie izquierdo, y con eso le bastó para hacerse notar y exigir sus derechos como ser humano, Gaby Brimmer, quien logró muchas cosas apoyada siempre por sus padres y por su inseparable nana…

Gabriela Raquel Brimmer Duglacz nació en la ciudad de México el 12 de setiembre de 1947, sus padres Miguel y Sari Brimmer pertenecían a una familia acaudalada de origen judío que buscó refugio en México durante la persecución nazi.

Gaby era una niña rubia de delicadas facciones, dos años y medio antes de su nacimiento, sus padres habían tenido un hijo, David, quien había nacido completamente sano. Cuando Gaby  llegó a casa de la maternidad, su hermano se puso en puntitas junto a la cuna para ver que regalo le habían traído. Mientras apartaba el velo de tul que la cubría, vio que la niña se hacía arco de la cabeza a los pies. Fue en ese momento que su madre descubrió al lado de David algo totalmente desconocido para ambos: los espasmos de la parálisis cerebral.

Su diagnostico se conocería tiempo después como parálisis cerebral tetrapléjica grave de origen perinatal. Le impedía realizar cualquier movimiento o expresión en todo su cuerpo, no podía ni hablar, solo podía mover su pie izquierdo.

De muy pequeña, cuando Gaby deseaba ir de un lugar a otro y no había nadie junto a ella, se arrastraba en el piso hasta sacarse ampollas en el cuerpo. Siendo aún muy pequeñita llegó a su vida Florencia Morales Sánchez, una indígena mexicana analfabeta, que desde ese momento se convertiría en su nana, quien la protegería de todo y estaría con ella para siempre, no tuvo vida propia por vivir la vida de Gaby. Su entrega fue absoluta.

Florencia fue una mujer admirable, cargaba a Gaby, la sacaba del automóvil, la sentaba en la silla de ruedas y asistía con ella a clases para ser su boca cuando Gaby quería participar en clases, por eso aprendió a leer. Incluso llegó a aprender a manejar el automóvil para poder llevarla y traerla, durante 50 años la sostuvo, ayudó y habló por ella.

Cuando tenía 8 años, Gaby pudo ingresar a la primaria del centro de Rehabilitación Músculo Esquelético. De su papá, quien era muy culto y con un alto nivel de educación, siempre recibió la mejor de las motivaciones para continuar estudiando. Como su pie izquierdo era la única parte que respondía las órdenes de su cerebro, fue el miembro que le ayudó a hacer sus tareas, a escribir, a repartir cariño y a comunicarse. Tenía un tablero con el alfabeto a los pies de su silla de ruedas, y con su pie iba señalando las letras hasta formar palabras, oraciones e ideas, así pudo comunicarse con los demás, y lo más importante y notable, imponerse a los demás.

Cuando no estaba en el colegio, hacia las tareas en su máquina de escribir y leía mucho. En 1964 ingresó a la secundaria, después de luchar mucho, hasta contra los deseos de su familia, logró ingresar a una secundaria regular, en donde encontraría a un excelente profesor de Lengua, un poeta que seguiría influyendo en el mundo intelectual de Gaby. Desde ese momento Gaby dio inicio a su carrera de escritora al escribir sus primeros poemas que, al ser leídos por su mamá recibió de ella el aliciente necesario para seguir y no detenerse jamás.

Cuando estaba en la preparatoria su padre falleció, Gaby se deprimió mucho por tal pérdida, su padre siempre le había dado todo el amor y cariño y era su guía en muchos aspectos de la vida.

Para 1972, Gaby logró ingresar a la UNAM, cursó tres semestres de sociología pero tuvo que suspender sus estudios debido a problemas familiares, sin embargo, dos años más tarde regresaría a la misma universidad pero esta vez  para seguir la carrera de periodismo, terminó dos o tres semestres y en ese momento, cerca a cumplir los 30 años, sintió el gran deseo de convertirse en madre, adoptando una niña a quien llamó Alma Florencia, ahora Florencia se hacía cargo de Gaby y de la bebita recién llegada.

Siguió escribiendo y su mamá se convirtió en su mejor crítica. En 1979 con ayuda de Elena Poniatowska editó su primer libro, su biografía. Cuando apareció el libro de México, de la noche a la mañana Gaby conoció un éxito espectacular y a su casa acudieron muchísimas personas en busca de su ejemplo y de su fortaleza. Jóvenes y viejos, mujeres y ancianas, madres de familia con niños problemáticos se instalaron a las puertas de su casa para verla y recibir sus enseñanzas, y sobre todo contagiarse con su inquebrantable tenacidad. Gaby empezó a dar conferencias, asistir a congresos médicos, inaugurar actos en centros culturales, encabezar grupos de discapacitados, apadrinar obras de teatro, planear guiones de posibles películas, crear centros de lectura y talleres literarios. Hasta viajó a Cuba, invitada por admiradores.

Ese mismo año conoció al cineasta Luis Mandoki, quien hizo posible mostrar al mundo entero la historia de su vida con la película: “Gaby: Una Historia Verdadera”. La película fue filmada en Cuernavaca con la participación de varios miembros, hombres y mujeres, de APAC, la Asociación pro Personas con Parálisis Cerebral fundada por Carmelina Ortiz Monasterio, quien ha llevado a cabo una tarea titánica y le ha hecho el bien no sólo a los discapacitados sino a sus madres, a las que saca de su desesperación y su marasmo, al crear para ellas talleres de baile, gimnasia, costura, cocina y oficios diversos que han hecho que familias enteras recuperen su alegría de vivir y sobre todo no escondan ni se avergüencen de sus discapacitados.

Gaby fundó junto con otros amigos la Asociación para los Derechos de Personas con Alteraciones Motoras ADEPAM en 1989. En esta fundación se realizan trabajos de servicio social, médico, psicológico, fisioterapia, terapia ocupacional, alfabetización y se brindan actividades culturales y recreativas. El 25 de mayo de 1996 asumió el cargo de vicepresidenta de la mesa directiva de la Confederación Mexicana de Limitados Físicos y/o  Representantes de Deficientes Mentales A.C.

Recibió "La Medalla al Mérito Ciudadano" y recibió el cargo de "Representante del Comité de Mujeres de la región Latinoamericana".

Gabriela Brimmer siempre estuvo consciente de sus limitaciones físicas, pero sabía que con sus pensamientos podía volar, a través de sus cuentos y poesías podía hablar y comunicarse con el mundo, sus manos no podían dar caricias, sin embargo pudo amar como mujer, como madre y como amiga.

El 3 de enero del año 2000, murió esta gran mujer y tenaz escritora, víctima de un paro cardiaco a la edad de 52 años. Falleció en su casa del antiguo barrio de San Ángel, al sur de la ciudad de México.

Gaby Brimmer, una mujer quien a pesar de su severa discapacidad se hizo visible en su sociedad, quien se convirtió a partir de los años ochenta en un ejemplo de lucha para el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad, quien publicó libros e hizo guiones para el cine, y el mismo cine reprodujo su existencia, y quien nos deja un ejemplo de valentía, fortaleza y lucha incansable por los derechos que todos tenemos simplemente por ser seres humanos.

Les dejo la respuesta de Gaby cuando le hicieron la siguiente pregunta:


¿Cómo dar incentivos a las personas con discapacidad para que no se depriman y emprendan cosas positivas en su vida y pueden aportar como tú, mucho a la sociedad?:

«Yo no tengo una receta para motivar a las persona con discapacidad; creo que cada uno de nosotros tenemos nuestras propias motivaciones, primero en la familia y amigos, pero lo más importante es tener la fuerza y la voluntad en nosotros mismos, porque de nada sirve el apoyo de la familia y de los amigos, si uno mismo no quiere o no puede hacer nada.»
  

3 comentarios:

  1. Gracias por esta vida, don de Dios. Gracias Florencia, Gracias Gaby.

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  2. Que hermoso ejemplo y gran inspiración. Gracias a Dios por la vida de Gaby, de Florencia y gracias nuestra vida. Mil gracias al autor de esta publicación, Andrés Bermea. Que lindo es conocer sobre la vida de personas tan maravillosas que dejan huella en su caminar por la vida y trascienden después de marcharse con el Creador.

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