Compilado por Graciela Sepúlveda
En la semblanza de hoy
conoceremos a una mujer, Anita Roddick, quien, gracias a un capricho de su
marido tuvo que ver por su supervivencia y la de sus hijas, y así, haciendo un
recuento de lo que había aprendido en años anteriores, inició un negocio
pequeñito que fue creciendo, creciendo, creciendo…
Anita Lucia Perilli nació en Littlehampton, una ciudad
costera de Inglaterra en 1942, hija de una pareja de inmigrantes italianos. A
muy temprana edad desarrolló un fuerte sentimiento de indignación al leer un
libro sobre el Holocausto y se empezó a ver en ella una fuerte conciencia
social. Se formó como profesora, pero una oportunidad educativa en Kibbutz
(Israel) se convirtió en un largo viaje de trabajo por todo el mundo, el cual
le dejó experiencias que le servirían más adelante en su vida de maneras que nunca
hubiera imaginado. Poco tiempo después regresó a Inglaterra y su madre le
presentó a un joven escocés llamado Gordon Roddick. Su conexión fue
instantánea. Juntos abrieron primero un restaurante y después un hotel en
Littlehampton. Se casaron en 1970 y tuvieron 2 hijas.
El hotel y el restaurant no fueron una buena fuente de
ingresos, y, a su ahora excéntrico esposo le dio un ataque de inmadurez, y un
día reunió a todos y les comunicó (sin lugar para los reproches) que había
tomado la decisión de cumplir su viejo sueño de unir Buenos Aires con Nueva
York a caballo. Como nadie podía alterar una medida que ya había sido tomada
unilateralmente, Anita se preocupó por el porvenir de ella y de sus hijas en la
ausencia de su esposo. Sin embargo, todo siempre pasa por algo y para algo, y
de no haber sido por aquel capricho adolescente de su marido, quizás Anita
nunca hubiera activado su capacidad de emprendedora.
Fue así como, en 1976, sin saber bien lo que estaba haciendo,
decidió abrir una pequeña tienda de cosméticos, para poder sobrevivir. Decidió
hacerlo pues estaba harta de los cosméticos carísimos en envases de lujo, con
fotos de jovencitas de 16 años en los productos antiarrugas para mujeres de 50.
Sus tempranos viajes le dieron una gran experiencia. Ella
había pasado algún tiempo en comunidades pesqueras y agrícolas con gentes de
niveles preindustriales y se vio expuesta a rituales dedicados al cuerpo de
mujeres de todo el mundo. Además, la austeridad que su madre mantuvo durante la
Guerra le hizo cuestionarse sus convicciones sobre el mundo de la venta al por
menor. ¿Por qué tirar un bote cuando se
puede usar otra vez? ¿Y por qué comprar más de lo que puedes usar? Ella se
comportó tal y como lo hizo su madre en la II Guerra Mundial. En The Body Shop (así llamó a su tienda) reutilizaron,
rellenaron y reciclaron todo lo que pudieron. La creación del activismo
medioambiental de The Body Shop nació
de ideas como estas.
Y así Anita decidió vender sus productos en envases
discretos, con etiquetas escritas a mano, sin publicidad y a precios muy
accesibles, algo que luego llevaría como rasgo característico de sus tiendas.
Pero sin duda, el gran acierto de Anita Roddick fue adelantarse a las
tendencias ecologistas que décadas más tarde se impondrían en todo el mundo con
cosméticos de origen natural, prohibiendo las pruebas en animales.
Una de sus apuestas de mayor éxito ha sido el comercio
solidario con el Tercer Mundo a través del programa “Trade, not Aid”, o también “Fair Trade” (comercio justo), ayudar
comerciando. En vez de financiar programas de caridad, The Body Shop ha establecido vínculos con comunidades
desfavorecidas para comprar a precio justo sus productos naturales, sean
materias primas como la manteca de Karité de Ghana o la miel en Etiopía,
contribuyendo al desarrollo económico de estas zonas. Un ejemplo de un proyecto
Comercio Justo con Comunidades es Tungteiya en Ghana, donde Anita y la
Fundación The Body Shop les ayudaron
proporcionándoles molinos para moler con los que conseguían extraer la manteca
de karité más fácilmente – con esto se consiguió por primera vez que las
mujeres de la región de Tamale lograran unos ingresos regulares que les
permitieran invertirlos en escuelas, atención médica y mejoras en sus casas.
Anita creía que los negocios tenían el poder de hacer el
bien. Es por esto que la Declaración de Principios de The Body Shop comienza con el compromiso de: “Dedicar nuestro negocio a la búsqueda de un cambio ambiental y social.
Usamos las tiendas y los productos para
ayudar a trasmitir temas sobre derechos humanos y medioambientales”.
El crecimiento de las tiendas The Body Shop fue extraordinario. Antes del primer año, Anita ya
había abierto su segunda tienda y 5 años después, se abrían un promedio de dos
tiendas por mes en distintas ciudades de Europa. En 1984 las acciones de la
compañía llegaron a la bolsa de Londres y los Roddick se hicieron
multimillonarios. A todo esto, Gordon ya había regresado de su aventura, tras
la muerte de su caballo en Bolivia.
No hay duda de que el público siempre ha identificado a
Anita con The Body Shop. Tal fue la
inspiración que ella transmitió, que The
Body Shop se ha convertido en una apuesta global con cientos de personas
trabajando hacia una meta común y compartiendo unos mismos valores. Esto es lo
que le ha proporcionado fortaleza a sus campañas y comercio y le ha permitido
distinguirse del resto.
En el 2000 Anita publicó su autobiografía “Business as Unusual: el viaje de Anita
Roddick” y en el 2001 publicó “Take
it Personally”, una serie de ensayos provocadores que desafían los mitos de
la globalización y el poder de la Organización Mundial de Comercio, nunca tuvo
pelos en la lengua y siempre criticó la avaricia y la falta de escrúpulos a los
que contrapuso responsabilidad social, comercio justo, derechos humanos,
defensa de la naturaleza, inversión ética y ética publicitaria.
Anita inició su propia compañía de comunicaciones, lanzó su
propia página web www.AnitaRoddick.com en 2001 y un
portal en internet www.TakeItPersonally.org en
2004. Estaba maravillada por el potencial de la web para unir personas con
ideas comunes y moverlas hacia acciones de masas.
El 27 de Marzo de 2006 The
Body Shop cumplió 30 años, con 2,000 tiendas y 77 millones de clientes, y ese
mismo año, The Body Shop pasó a
formar parte del Grupo L’Oréal y del London Stock Exchange, obteniendo por la
venta casi mil millones de euros. La compañía sigue manteniendo su identidad
única y sus valores, además de continuar con su sede central en el Reino Unido.
The Body Shop opera de una forma
independiente dentro del Grupo L’Oréal y está dirigida por el actual grupo de
dirección de The Body Shop informando
directamente al Presidente de la junta directiva de L’Oréal, afortunadamente
siguen trabajando con la filosofía de Anita, la navidad del 2013, con $300,000
dólares obtenidos de las ventas por regalos de la época, se construyeron 5
escuelas en las comunidades de “Trade,
not Aid” en Honduras, que es donde les compran las esponjas o estropajos de
baño.
Anita Roddick recibió muchos reconocimientos por su labor
tanto empresarial como humanitaria.
En el año 2007, lamentablemente murió Anita Roddick de
hepatitis C contraída por una transfusión de sangre 35 años antes, durante el
nacimiento de su segunda hija.
Anita Roddick, una
mujer que alcanzó el éxito creando casi de la nada una gran empresa,
defendiendo el comercio justo y luchando por la liberación económica de los
pueblos más desfavorecidos, siendo una destacada ecologista y defensora de los
derechos humanos, nos deja un gran legado: “se puede lograr el éxito combinando
la ética con los negocios”, haciendo de ello su filosofía de vida.
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