sábado, 16 de agosto de 2014

La Costurera de Khair Khana


La Costurera de Khair Khana

Compilado por Graciela Sepúlveda

Investigando que semblanza compartirles hoy di con esta mujer, Kamila Sidiqi, quien nos demuestra que si ella pudo alcanzar el éxito, nosotros también podemos, ella logró salir adelante y sacar adelante a sus hermanos en un ambiente sumamente hostil, de guerra y de miedo, pero lejos de amilanarse, sacó las agallas y empezó a trabajar con lo que tenía a la mano, les platico la historia de Kamila…

Kamila Sidiqi nació en Kabul, capital de Afganistán, su infancia fue tranquila y justo cuando terminó su carrera de maestra, en el mes de septiembre del año 1996, y mientras Kamila era una adolescente de 19 años, los talibanes comenzaron a imponer su régimen en Kabul. Sus padres y hermano mayor tuvieron que huir del hogar por problemas políticos y ella se hizo cargo del hogar y de sus hermanos menores, 5 en total. No tenía medios económicos como para enfrentar esta circunstancia y la situación era más grave aún por las imposiciones que los talibanes empezaron a aplicar a las mujeres:
  • No se les permitía trabajar fuera de su casa, y para salir de la misma debían ser acompañadas por un pariente de sexo masculino.
  • No recibían educación después de los ocho años.
  • No podían ser atendidas por médicos de sexo masculino si no eran acompañadas por un hombre, lo que llevó a que muchas enfermedades no fuesen tratadas.
  • Se enfrentaron a la flagelación y ejecución pública en las calles por violaciones de las leyes de los talibanes.

A pesar de todo esto su espíritu emprendedor la llevó a desafiar este infortunado destino. En lugar de sentirse víctima y ponerse a pensar en que no había remedio para lo que estaba ocurriendo, estaba decidida a mejorar las condiciones de su familia y su comunidad. Armada sólo con agallas y determinación, cogió una aguja e hilo y empezó a confeccionar ropa.

Ya con la ropa hecha, ahora tenía que llevarla a las tiendas para que se la compraran, pero no podía salir sola, debía hacerlo con un acompañante masculino, así que su hermano la acompañaba para visitar tiendas de ropa y poder ofrecer sus productos. La primera visita fue todo un caso, pues iban por una calle principal y se encontraron un retén de talibanes que no los iban a dejar pasar, así que ella y su hermano rodearon por calles secundarias, hasta que llegaron a la tienda que tenían planeada, el tendero quedó tan complacido con el trabajo, que le pidió más, y además le pidió que le hiciera trajes sastre, Kamila no tenía idea de cómo se hacían, pero enseguida dijo: “Sí, sí, estaremos encantados de hacerlos para usted”, él fue la primera señal de esperanza que había tenido en meses.

Sus hermanas menores se unieron al taller para ayudarle a cumplir con los pedidos y cuando el negocio comenzó a crecer, se unieron también niñas y mujeres del barrio que necesitaban desesperadamente trabajar. Paralelamente desarrollaba cursos de capacitación, control de calidad y un calendario de actividades estricto con el propósito de que no llamara la atención de los talibanes el gran movimiento de gente que había en su hogar.  El taller había crecido de tal manera  que empleaba a más de 100 mujeres del barrio, ahora ella era la esperanza para todas estas  mujeres.

Su negocio creció tanto que le pidieron - sin saberlo - hacer vestidos para una boda talibanes. Una mujer entró corriendo en la casa de Kamila y dijo que necesitaba dos vestidos en 24 horas. Al darse cuenta de cuántas mujeres estaban cociendo en la casa de Kamila, la mujer pidió mejor seis vestidos.

Corrieron  y corrieron, tratando de que la novia, la madre y las hermanas quedaran bien ataviadas  para esta boda, y luego, al final, una joven que trabajaba con ellas llevó los vestidos hasta el coche y se dio cuenta de que era la procesión de la boda, y no sólo se trataba de una procesión de una boda, esta procesión estaba liderada por los talibanes para una boda de un talibán.

Desde el exterior, los años bajo el régimen talibán parecían abrumadoramente opresivos para las mujeres. Pero las negociaciones dentro de sus comunidades permitían que la vida siguiera su curso durante todo ese tiempo. Muchas mujeres pudieron manejar las reglas durante la guerra civil para obtener el permiso para mantener un pequeño negocio en marcha, o para que los hombres de la familia vendieran las mercancías que hacían.

Y algunos miembros de los talibanes eran sólo miembros de la comunidad que necesitaban ganarse la vida. Porque ellos también necesitaban dinero, a sus hijas a veces las ponían a trabajar con Kamila como modistas.

El aislamiento del país - causado por el cierre de los talibanes con bloqueos comerciales y de carreteras - creó una oportunidad única en el mercado. Las mujeres hacían lo que hacen las mujeres en la guerra... encuentran una manera de sacar adelante a su familia.

Hoy, Kamila dirige una consultoría de negocios llamada “Kaweyan”, que enseña habilidades de emprendimiento a las mujeres afganas de todo el país para ayudarlas a iniciar sus propias empresas. Es su tercer negocio, y ella dice que se da cuenta de que lo bien que le ha ido ha sido gracias a las dificultades que enfrentó y a las oportunidades que descubrió por ella misma durante los años del Talibán.

La mayoría de las mujeres que trabajaban con Kamila durante el régimen de los talibanes siguen trabajando hoy por su cuenta.  Otras han obtenido títulos universitarios con éxito.

La inspiradora historia de Kamila Sidiqi está plasmada en el libro “The Dressmaker of Khair Khana” (La Costurera de Khair Khana,) donde se muestra un Afganistán que nunca hemos conocido, y donde se pone de manifiesto el poder de las mujeres por mantener unidas a sus familias a pesar de la guerra, del poder político y del miedo.

Kamila Sidiqi, una mujer de éxito que logro imponerse al miedo y a la hostilidad que la rodeaba, empeñándose en salir adelante con trabajo, dedicación y agallas.

Condoleezza Rice felicita a  Kamila Sidiqi