Tenemos una historia que contarte…
We have a story to
tell...
(Please read this
story below the Spanish version)
Restableciendo el equilibrio
Todos venimos a este mundo con una tarea que cumplir...
cuando no pensamos en estas cosas y nos quedamos atrapados en el día a día, nos
olvidamos de nuestras responsabilidades
espirituales. Llegamos a una etapa en la que nos preguntamos, “¿Es esto todo lo que hay?” – “¿Por qué
estoy aquí?”
Crecí en Barbados, pasamos muchos días
maravillosos caminando por la playa y hurgando en los arrecifes de la costa
este de la isla... ahhhh... no hay nada de aquí a la costa de África -el aire
está más limpio y las olas nunca dejar de estrellarse.
Mi padre compró nuestra casa en la playa hace
más de 55 años. Quería que mi hermana mayor pasara el mayor tiempo posible ahí, así se
aliviaría de sus problemas con el asma. Las cuatro hermanas tenemos los mejores
recuerdos de vivir en la casa de la playa. Los días despreocupados de estar al
sol y sentir la brisa de la sal por toda tu piel y la arena en el cabello -¡oh qué tiempos aquellos!. Me pasaba
horas mirando todas las piscinas que se formaban en las rocas de los arrecifes
durante la marea baja. Le hablaba a los peces y sostenía a los erizos de mar y
veía todas sus agujas espinosas bailar. Me encantaban todas las algas y las
formaciones de coral – eran mi hogar. Necesitaban ser cuidados y protegidos.
Años más tarde me encontraba felizmente
casada en Toronto. Mi esposo Pablo amaba la costa del Este tanto como yo lo
hice y cuidaba el medio ambiente profundamente. Yo siempre había querido ayudar
pero no sabía cómo. Anhelaba limpiar la playa y educar a la gente a ser más
consciente del medio ambiente. Criamos a nuestros hijos al pendiente de los
peces y buscando patrones en las formaciones de coral cuando íbamos de vuelta a
casa en nuestras vacaciones. Crecieron retozando en las mismas piscinas de roca
que nosotros y nuestros padres. Yo quería que estos preciosos seres humanos
tuvieran las mismas experiencias que cuando crecimos.
Hay una parte de nosotros que se pone
perezosa cuando "crecemos a la vida
adulta" - nos olvidamos de la fuerza y dones recibidos del Creador -
dejamos de tener tiempo para estar quietos y no nos damos tiempo para
alinearnos con nuestro origen. Esto nos aleja de las cosas que amamos y atesoramos
- las mismas cosas que queremos para nuestros hijos y nuestros nietos. Y sin
embargo, si no nos tomamos el tiempo para todas esas cosas y mostrarles a
nuestros hijos que estamos haciendo todo lo posible para mantener "nuestra casa" pura y limpia, ¿cómo
van a aprender y en qué condición estará nuestro planeta si nosotros no nos damos
el tiempo para cuidar lo que se nos olvida y que es lo más querido?
Si cada hogar tomara la decisión de vivir más
conscientemente, la vida sería más amable. Muy a menudo con el ir y venir y con
el trabajo, nos olvidamos de que un paseo por el bosque, nadar en el lago o
simplemente recostarse sobre una manta en el parque mirando las hojas de los
árboles y las nubes en el cielo, es lo que más necesitamos para sentir esa
sensación de lo que está bien con nosotros - tomar tiempo para estar
agradecidos por todo lo que tenemos. Esto se puede hacer regresando de nuevo a
las leyes de la Madre Naturaleza; simplificando y asegurándonos de que todos
tomemos el tiempo para conectarnos con nuestra naturaleza divina. Si tomamos
decisiones más conscientes de lo que necesitamos para nosotros, seríamos más
gentiles con nosotros mismos y con nuestro planeta. Incluso en los más largos y
fríos inviernos, podríamos sentirnos de una manera más acogedora, cerrar los
ojos y dar gracias. A medida que llegamos a la primavera, recordemos devolverle
y cuidar a nuestra Madre Tierra.
Juntos podemos restablecer el equilibrio de
lo que realmente importa.
Mala Brindley
Publicada originalmente en Internet
en
Insight Of The Day de
Bob Proctor
Adaptación al Español: Graciela
Sepúlveda y Andrés Bermea
Here the English
version…
Restoring Balance
We all come into this
world with a task to accomplish… when we don’t think on these things and we get
too caught up in the day to day we forget our spiritual responsibilities. We
reach a stage where we ask, “Is this all
there is?” - “Why am I here?”
Growing up in
Barbados, we spent many wonderful days walking the beach and poking around the
reefs of the east coast of the island… ahhhh… there is nothing between there
and the coast of Africa - the air is cleaner and waves never stop crashing.
My dad bought our
beach house over 55 years ago. He wanted my eldest sister to spend as much time
there so it would ease her asthmatic conditions. All four girls have the best
memories of spending time at the beach house. The carefree days of being in the
sun and getting the salt spray all over your skin and the sand in your hair -
oh those were the days. I would spend hours looking into all the rock pools in
the reefs at low tide. I’d talk to the fish and hold the sea urchins and watch
all their spiny needles dance. I loved all the seaweeds and coral formations -
they were home. They needed to be cared for and protected.
Years later I would
find myself happily married in Toronto. My husband Paul loved the east coast as
much as I did and cared for the environment just as deeply. I always wanted to
help but I didn’t know how. I wanted so much to clean up the beach and to
educate people on being more environmentally conscious. We raised our boys
checking out the fish and looking for patterns in the coral formations when
we’d go on our holidays back home. They grew up frolicking in the same rock
pools that we did and our parents did. I wanted for these precious human beings
to have the same experiences that we had growing up.
There’s a part of us
that gets lazy as we “grow up” - we
forget the power and gifts given by the creative forces - we stop taking time
to be still and we don’t make time to align with Source. This takes us away
from the things we love and treasure - the same things we want for our children
and our grandchildren. And yet if we don’t make time for those things and show
our children that we are doing all that we can to keep “our home” pure and clean, how will they learn and what condition
will our planet be in if we don’t make time to look after what we forget is
most dear?
If every home made a
conscious decision to live more mindfully, life would be more gracious. So
often in the taking and working, we forget that a walk in the forest, a swim in
the lake or just laying on a blanket in the park watching the leaves on the
trees and the clouds in the sky is what we need most to feel that sense of
what’s right with us - taking time to be grateful for all that we have. This
can be done by going back to Mother Nature’s laws; to simplifying and making
sure we all take time to connect to our divine nature. If we made more
conscious choices of what we needed for ourselves, we would be gentler with
ourselves and our planet. Even in the coldest longest winters, we can get cozy,
close our eyes and give thanks. As we emerge into this spring, let’s remember
to give back and take care of our Mother Earth.
Together we can
restore balance to what really matters.
Mala Brindley
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