sábado, 29 de octubre de 2016

De la calle a la universidad...


Compilado por Graciela Sepúlveda

Hace unos días buscando unos videos en YouTube de repente me apareció una película llamada “Homeless to Harvard” (La traducción literal del título sería algo así como: De no tener casa a la Universidad de Harvard) y conocí a una extraordinaria mujer y su doloroso y duro camino al éxito, Liz Murray, les comparto algo de su vida…

Liz Murray nació el 23 de septiembre de 1980 en uno de los barrios más duros de Nueva York: El Bronx. Su infancia estuvo marcada por la adicción de sus padres a las drogas, principalmente a la heroína. Liz creía que la vida era esperar todos los meses el cheque del Gobierno. Cuando el cartero llegaba y lo dejaba en el buzón, sus padres primero las llevaban a ella y a su hermana a comprar la droga y luego iban al supermercado y sólo gastaban un par de dólares en comida. A los diez días ya no tenían dinero. Su único objetivo era sobrevivir. Liz y su hermana tocaban a la puerta de los vecinos para que les dieran algo de comer mientras sus padres estaban perdidos en el tiempo y espacio. También comían cubitos de hielo y pasta de dientes para engañar al hambre. Sus padres buscaban la droga como podían, algunas veces les quitaron el dinero que les habían regalado a sus hijas por su cumpleaños, o vendían el pavo que la iglesia les había regalado por Navidad, una vez la mamá de Liz trató de vender el abrigo de su hija mayor, el traficante de drogas no se lo aceptó y entonces fue por el tostador a su casa para intercambiarlo por droga, todo esto era lo que Liz veía diariamente. A pesar de todo esto, e increíblemente, Liz recuerda lo amorosos que eran sus padres con su hermana y ella, y como a veces su mamá lloraba y se desesperaba por no poder dejar su adicción.

Tuvo una niñez casi carente de estudios, pues faltaba mucho a la escuela, además, ¿cómo integrarse en una escuela si se está llena de piojos y olorosa a orina? A gritos y sombrerazos pudo llegar a octavo grado. Cuando tenía 15 años murió su madre, su padre, incapaz de hacer frente al alquiler de la casa, se marchó a un hogar para los desamparados y su hermana se quedó en casa de un amigo. Y así, sin hogar ni dinero, se vio viviendo en la calle, durmiendo en parques y en el metro. En este punto, la historia de Liz no tenía buenas perspectivas. Sin embargo, a los 17 años sacó fuerzas de donde pudo y regresó a estudiar pues las experiencias que había vivido la hicieron aprender lo importante que es la vida y entendió que no podía seguir perdiendo el tiempo. En vez de enfocarse en lo que no tenía se enfocó en todo lo que sí tenía y que, a pesar de la circunstancias, no era poco. Gracias a la novia de un amigo se enteró de la existencia de las “preparatorias alternativas” que son como una escuela privada, pero para cualquier persona que está motivado realmente a estudiar, incluso si no tienen el dinero. Los profesores realmente se preocupan por los estudiantes. Aunque su educación era lamentable, Liz empezó a visitar tantas preparatorias alternativas como pudo y pidió entrevistas en ellas. Después de varios rechazos, Liz sentía que su voluntad flaqueaba. Pero entonces conoció a Perry Weiner, el fundador de la Academia Preparatoria de Humanidades, inmediatamente le inspiró confianza a Liz, le habló de su pasado y accedió a darle la oportunidad que cambió su vida, lo único que le pidió fue que sacara excelentes calificaciones.

Los dos años que pasó en la preparatoria fueron para ella como un maratón de supervivencia,  pues seguía sin un techo donde vivir, se alojaba en donde podía, en departamentos de amigos cuando se lo permitían, etc. a pesar de esto, siempre llegaba a tiempo a clases o incluso más temprano. Liz cuenta: “Me imaginaba a mi misma como una corredora en una pista con obstáculos que tenía que superar. Cada mañana sabía que el maestro Perry  me esperaba y junto con otros maestros se convirtieron para mí en una brújula que me sacó de un mundo oscuro y confuso”.

La confianza de Liz fue creciendo y esto se notaba en sus logros académicos, pues era una estudiante muy sobresaliente en sus calificaciones, el programa de estudios que tomaría 4 años ella lo terminó en 2. Cuando llegó el momento de decidir que iba a hacer después, el maestro Perry la eligió junto con otros 9 estudiantes para ir a Boston. Los llevó a conocer la universidad de Harvard, cuando Liz vio a todos los estudiantes leyendo en los jardines, se llenó de un profundo anhelo de algo que no podía explicar. Este sentimiento se notó en su rostro y Perry le dijo: “Oye Liz, puede ser difícil, pero no imposible, ¿alguna vez pensaste en aplicar para Harvard?”

Al regresar a Nueva York sus maestros le aconsejaron que solicitara la beca ofrecida por el New York Times, para ello, Liz necesitaba hacer un ensayo sobre los obstáculos que había tenido que sortear para poder sobresalir académicamente, el ensayo se escribió prácticamente solo, donde Liz vertió todas sus tristezas, frustraciones y dolor. Eran solo 6 becas para 30,000 solicitudes. Liz lo logró y fue a Harvard, se graduó en el año 2009 de Psicología, a la mitad de sus estudios hizo un receso para cuidar de su padre que tenía Sida, murió en el 2006. La hermana de Liz también fue a la Universidad y es maestra de niños autistas. Ahora Liz es una oradora motivacional galardonada y dirige talleres diseñados para ayudar a otros a cambiar y mejorar sus vidas, ella es la fundadora y directora de los mismos, llamados “Manifest Living”.

Liz Murray escribió un libro donde nos platica todos su andares por la vida, se llama “Breaking Night: A Memoir of Forgiveness, Survival, and My Journey from Homeless to Harvard”. En su libro ha incluido la frase "no dejes que lo que no puedes hacer interfiera en aquello que puedes hacer" -del entrenador de baloncesto John Wooden- porque resume la filosofía de vida que Murray quiere transmitir.

El caso de Liz es extremo pero todo el mundo a veces se encuentra en alguna circunstancia en la que cree que no hay salida. Liz nos transmite que no importa lo que te haya pasado antes en tu vida, siempre puedes hacer algo para avanzar. Siempre se puede tomar una decisión, una decisión que cambie las cosas.

Te invitamos a ver estos videos de Liz Murray: