sábado, 21 de julio de 2018

¡91 días de angustia!...


Compilado por Graciela Sepúlveda

Acabo de terminar el libro que me prestó mi yerno, “Left to Tell (Sobrevivir Para Contarlo: como descubrí a Dios en medio del holocausto en Ruanda)” ¡Wow!! qué libro tan inspirador, es la vida de Immaculée Ilibagiza, una joven que vivió el genocidio en Ruanda en 1994 y todo lo que le sucedió durante 91 días mientras estuvo escondida y lo que sucedió después hasta lograr su libertad completa, les comparto algo de esta maravillosa historia de fe y esperanza…

Nacida en Ruanda en 1972, Immaculée es una Tutsi, la minoría étnica en su país. Toda su infancia y adolescencia fue muy feliz al lado de sus padres y tres hermanos que la querían y cuidaban mucho. Su padre era muy respetado por toda la comunidad y un devoto católico al igual que toda su familia. Immaculée era una estudiante muy dedicada y logró ingresar a la Universidad Nacional en Butare para estudiar Ingeniería Eléctrica y Mecánica. Iba a celebrarse la pascua de 1994 e Immaculée se quería quedar en la Universidad para estudiar pues venían los exámenes y quería prepararse muy bien, su papá le insistió mucho que fuera a pasar con ellos esta fiesta y así lo hizo. Mientras estaba con su familia los escuadrones Hutu (quienes eran la mayoría étnica) de la muerte iniciaron una ola de matanza de los Tutsis a través de todo el país. El padre de Immaculée le pidió que fuera a pedirle al pastor Murinzi que la escondiera y logró ocultarse con otras siete mujeres en un baño de .90 cm. por 1.30 m. donde no podían hablar nunca, solo con señas o leyéndose  los labios, se turnaban para sentarse en el suelo y como nadie sabía en la casa del pastor de las mujeres escondidas, él no les podía llevar mucha comida, solo las sobras y una vez al día y a veces ninguna.

Pasaron ahí ¡91 días de angustia!, pues continuamente iban a buscar Tutsis en la casa del pastor, gracias a que puso un armario tapando la puerta no dieron nunca con ellas, además de que constantemente escuchaban los gritos de dolor y muerte que ocurrían a solo unos centímetros de ellas. Immaculée entró pesando 52 kg. y salió pesando 30 kg., y con todas las consecuencias de no bañarse, peinarse, lavarse los dientes, y muchas cosas que a veces ni nos damos cuenta que nos mantienen sanos y activos. Sin embargo, a pesar de todo esto, Immaculée encontró vida en la oscuridad, construyendo una profunda relación con Dios orando desde que despertaba hasta que se dormía, ayudada por un rosario que le dio su padre antes de separarse, y aprendiendo inglés con un diccionario francés-inglés que le pidió al pastor y dos libros en inglés, al fin y al cabo, tenía mucho tiempo para dedicarse al estudio del idioma.

Al final de los 91 días las mujeres fueron trasladadas a un campamento donde el ejército francés las protegió junto con más sobrevivientes Tutsis que habían logrado mantenerse vivos durante el genocidio. Ahí Immaculée fue de mucha ayuda pues hacía las veces de traductora entre los franceses y los Tutsis, además de que llevaba el registro de todos los sobrevivientes. Semanas después fueron trasladados a un campamento de los rebeldes Tutsis que habían logrado diezmar las fuerzas Hutus, y permanecieron ahí hasta que finalmente terminó la guerra. Immaculée encontró entre sus nuevos amigos una familia, pues sus padres y dos hermanos fueron brutalmente asesinados, el tercer hermano se encontraba en Senegal estudiando y pasaría mucho tiempo antes de que pudieran reencontrarse. Immaculée encontró junto con su profunda relación con Dios, la paz de perdonar al homicida de su madre y hermano, y junto con él a todos los criminales de tan feroz guerra.

Immaculée decidió que ya era hora de ponerse a trabajar y su sueño era trabajar en las Naciones Unidas en Ruanda, y fue a solicitar el empleo, hizo todos los trámites, lleno los formularios, y al final le dijeron que no había trabajo. Ella no se desanimó, hizo lo mismo al día siguiente, y al día siguiente durante dos semanas. A la tercera semana pudo comprarse algo de ropa, zapatos y hasta un perfume y volvió a ir a solicitar el empleo, con su nuevo aspecto pudo llegar hasta la oficina de recursos humanos, pero le dijeron lo mismo, que no había trabajo. Desanimada se fue caminando cuando alguien le grita y la alcanza, la habían confundido con otra persona, pero sin embargo, logra el trabajo que tanto deseaba. Por cierto, ayudó mucho el hecho de que ya sabía inglés, o al menos, gran parte del idioma.

Cuatro años después, en 1998, Immaculée emigró a los Estado Unidos donde continuó su trabajo en las Naciones Unidas. Durante este tiempo compartió su historia con amigos y compañeros de trabajo, quienes quedaron impactados y le insistieron que la escribiera. Tres días después de terminar el manuscrito conoció a uno de los autores más vendidos en todo el mundo, el Dr. Wayne W. Dyer (Tus zonas erróneas, El cielo es el límite, etc), quien, después de unos minutos de conocerla, ofreció publicarle su libro. El Dr. Dyer se expresa de ella así: “Hay mucho más que carisma en el trabajo con ella – Immaculée no solo escribe y habla sobre el amor y perdón incondicional, sino que lo irradia a donde quiera que va”.

Este libro que escribió Immaculée llamado “Left to Tell (Sobreviviendo para contarlo) descubriendo a Dios en medio del holocausto ruandés” muestra con gran emoción y dramatismo el poder de la fe en las circunstancias más difíciles e improbables. Salió a la venta en el 2006, convirtiéndose en un best-seller y siendo traducido en 15 idiomas. Immaculée también tiene la fundación “Left to tell” donde todos los fondos que recauda son para ayudar a los huérfanos del genocidio. De la historia de Immaculée se hizo un documental llamado “El diario de Immaculée”.

Immaculée ha recibido doctorados honorarios de las Universidades de Notre Dame, Saint John y Walsh. Ha recibido muchos reconocimientos y ha sido honrada con numerosos premios humanitarios como el Premio Internacional Mahatma Gandhi de la Reconciliación y la Paz 2007, fue finalista del premio a la Gente más Inspiradora del Año en 2006, y muchos más. Su libro ha sido incluido en el currículo de docenas de preparatorias y universidades. El deseo y sobre todo la perseverancia ha sido las herramientas claves en el logro de su éxito y realización personal.

Actualmente Immaculée es una conferenciante profesional que viaja por todo el mundo compartiendo su fe, su sabiduría y sus experiencias a todos los que quieran escucharla.

Vive en Manhattan con su esposo Bryan Black, un hijo y una hija.

Termino con algo que Immaculée escribe en su libro: “Yo era la prueba viviente del poder de la oración y del pensamiento positivo, que realmente son la misma cosa. Dios es el origen de toda la energía positiva, y la oración es el mejor camino de llamar a su Poder”.