Hoy les compartimos la semblanza de un gran y extraordinario mexicano...
Gilberto Bosques Saldívar
"El Schindler Mexicano"
Museo Memoria y Tolerancia |
Compilado por Graciela Sepúlveda
Cuando sé que alguien va a visitar la ciudad de México les recomiendo mucho el “Museo Memoria y Tolerancia”, en mi caso me gustó mucho cuando lo visité. Este museo se encarga de difundir la importancia de la tolerancia y la diversidad, crea conciencia a través de la memoria histórica, particularmente a partir de los genocidios y otros crímenes y alerta sobre el peligro de la indiferencia, la discriminación y la violencia para crear responsabilidad, respeto y conciencia en cada individuo. Estando ahí me sorprendí al ver el nombre de un mexicano, Gilberto Bosques, entre muchos otros nombres de diversas nacionalidades que ayudaron a salvar a miles de judíos del exterminio, es increíble que no se le conozca a este que es un héroe para todos aquellos que salvó, aquí les comparto algunos aspectos de la vida de este gran mexicano…
Gilberto Bosques Saldívar nació el 20 de julio de 1892 en Chiautla de Tapia, Puebla. Fue un profesor, periodista, político y diplomático mexicano. Participó en la rebelión de Aquiles Serdán en 1910. Tras el triunfo de la revolución se hizo político. En 1939, cuando la República Española cayó y la guerra se cernía sobre el resto de Europa, el presidente Cárdenas lo nombró Cónsul General de México en Francia de 1939 a 1944.
Gilberto Bosques, respondiendo al llamado de su propia conciencia, ayudó desde su posición diplomática a huir de los regímenes franquista y nazi a refugiados españoles republicanos, judíos franceses, libaneses, socialistas, comunistas y otros perseguidos, entre ellos líderes políticos europeos de oposición y miembros de la resistencia antifascista, quienes habían sido señalados para ser enviados a los campos de concentración, ofreciéndoles a todos ellos residencia y nacionalidad mexicana.
Cuando París estaba a punto de ser tomada por los alemanes, Bosques salió de la ciudad y tras varios viajes decide asentar el consulado en Marsella, el puerto de la zona del Gobierno francés de Vichy, nominalmente independiente de los alemanes.
Su primera preocupación fue defender a los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero al conocer las atrocidades de la persecución nazi protegió también a otros grupos. Apoyó a libaneses con pasaporte mexicano y a refugiados españoles que buscaban huir de los nazis. De hecho, se cree que fue él quien convenció al presidente Lázaro Cárdenas de abrir las puertas de México a los republicanos españoles.
Era tan grande la afluencia de refugiados que buscaban una visa mexicana, que Bosques alquiló dos castillos (el de Reynarde y el de Montgrand) para convertirlos en centros de asilo mientras se arreglaba su salida hacia México.
Entre 800 y 850 fueron alojados en uno de los castillos, mientras que en el otro se albergaron 500 niños y mujeres. Adicionalmente, rentó varios barcos que salieron del puerto de Marsella transportando judíos y otros perseguidos hacia países africanos, de donde más tarde fueron trasladados a México, Brasil, Argentina y otros países de América.
En un período de dos años, bajo su auspicio, poco más de 40,000 visas fueron expedidas para quienes deseaban huir de la tiranía nazi.
Al concedérseles visas mexicanas, las autoridades francesas los dejaban salir del país porque consideraban que ya no serían un problema político para ellas.
Más complicado fue el caso de los judíos.
El consulado ocultó, documentó y les dio visas a numerosos judíos, pero era mucho más difícil sacarlos de Francia.
Desde Marsella el embajador mexicano también tuvo que hacer frente al hostigamiento de las autoridades pro alemanas francesas, al espionaje de la Gestapo, del gobierno de Franco y de la representación diplomática japonesa, que tenía sus oficinas en el mismo edificio de la delegación mexicana.
Finalmente México rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Vichy. Gilberto Bosques presentó la nota de ruptura. Poco después el consulado fue tomado por asalto por tropas de la Gestapo alemana, que confiscaron ilegalmente el dinero que la oficina mantenía para su operación. Bosques, su familia (su esposa María Luisa Manjarrez y sus tres hijos: Laura María, María Teresa y Gilberto Froylán; entonces de 17, 16 y 14 años, respectivamente) y el personal del consulado, 43 personas en total, fueron trasladados hasta la comunidad de Amélie-les-Bains.
Después, violando las normas diplomáticas, se les llevó a Alemania, al pueblo Bad Godesberg, y se les recluyó en un “hotel prisión”.
Allí destacó la actitud de Bosques ante un funcionario alemán:
“Le manifesté que todo el personal mexicano se sometería al reglamento que acababa de leernos, porque México estaba en guerra con Alemania y por ello éramos prisioneros de guerra. Que podía estar seguro de que no pediríamos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones, pero que tampoco aceptaríamos ningún trato vejatorio, como acostumbraban ellos con los prisioneros”, comenta Gilberto Bosques.
Ahí, en su prisión, Bosques llegaría a organizar conferencias e incluso una ceremonia del Grito de Independencia el 15 de septiembre. Después de poco más de un año, los mexicanos de Bad Godesberg serían canjeados por prisioneros alemanes en un acuerdo con el presidente Manuel Ávila Camacho
Bosques fue finalmente liberado y regresó a México en abril de 1944. Miles de refugiados españoles y judíos lo esperaban en la estación de ferrocarril de la capital para recibirlo. Su júbilo retumbaba en el andén de la estación ferroviaria. Lo cargaron en hombros. Era al México generoso y libre al que ellos exaltaban en Gilberto Bosques, el más sobresaliente ejemplo del característico espíritu de la solidaridad de los mexicanos.
Tras la guerra, Bosques fue designado embajador de México en Portugal, Finlandia, Suecia y, de 1953 a 1964, en Cuba.
Son pocos los reconocimientos que ha recibido dada su talla y labor tan altruista, estos son:
Su nombre se encuentra grabado en los muros del recinto del Congreso del estado de Puebla, México desde el año 2000.
El 4 de junio de 2003 el gobierno austriaco impuso a una de sus calles, en el Distrito 22 de Viena, llamado Donaustadt o Ciudad del Danubio, el nombre de Paseo Gilberto Bosques, avenida que hace esquina con la calle Leonard Bernstein. De esta manera, el gobierno de Austria quiso honrar la memoria de un ilustre diplomático mexicano, quien ayudó durante la segunda guerra mundial a salvar a muchos austriacos del poder nazi.
En 2010 la cineasta Lillian Lieberman realiza el documental “Visa al paraíso” el cual fue producido en México y cuya historia está narrada por el propio diplomático y por los hijos de exiliados, que guardan en la memoria aquella huida de la mano de sus padres
El 14 de diciembre de 2011 el Senado de la República aprobó la creación del Centro de Estudios Internacionales, que lleva el nombre de Gilberto Bosques.
La labor humanitaria del Embajador Gilberto Bosques ha sido reconocida por distintas organizaciones internacionales, como la Fundación Internacional Raoul Wallenberg y la Anti-Defamation League. También se han hecho solicitudes para que sea incluido como "Justo entre las naciones" en la lista de Yad Vashem, aunque a la fecha ello aún no sucede.
Gilberto Bosques murió unos días antes de su cumpleaños número 103, el 4 de julio de 1995 en la ciudad de México.
Los pocos que conocen la historia de Gilberto Bosques suelen llamarlo "El Schindler Mexicano".
Y así como Oscar Schindler tuvo su lista de trabajadores judíos protegidos, Bosques tuvo sus visas a la libertad: Las Visas de Bosques.
La tarea humanitaria de Bosques no sólo ayudó a quienes escaparon de la guerra, sino que le dejó beneficios a México ya que llegaron muchas personas que trabajaron por el país y fundaron empresas e instituciones culturales.
Una de sus más grandes lecciones de vida es que aunque resulte difícil, no es imposible mantener la decencia de uno frente a la maldad moral, pues al ayudar a otra persona en tu comunidad, tu sociedad o tu nación tal vez puedas ganarte el desprecio, la burla, e incluso el poner en riesgo tu vida, sin embargo esto puede ser de un valor incalculable, capaz de alterar y dar un rayo de luz y un viento de esperanza en medio de lo que parezca un reinado de terror omnipotente como fue el caso de Gilberto Bosques, quien logró alcanzar el éxito salvando miles de vidas.