Bessie Coleman
La mujer que nació para volar…
Compilado por Graciela Sepúlveda
Buscando una semblanza para compartirles esta semana, di con esta gran mujer que durante su vida no dejó que llegara el desaliento a pesar de que muchas puertas se cerraban para ella, su determinación la llevó a hacer su sueño realidad, ser piloto aviador, esto en una época en que, tanto por ser mujer, como por ser afroamericana, le impedían hacer un gran número de cosas, no fue nada fácil, veamos porque les digo esto…
Bessie Coleman nació en Atlanta, Texas, en los Estados Unidos el 26 de enero de 1892 ó 93, hay algo de confusión en cuanto a esto. Bessie era la décima hija de un total de 13, su papá se fue a territorio indio, pues sus antepasados eran indios, sin embargo su mamá y cinco de sus hijos no lo siguieron, así que su mamá se encargó de los niños recogiendo algodón y lavando y planchando. A pesar de todos los problemas que tenía la mamá de Bessie, ella siempre la alentó para que se educara, aunque ella misma era analfabeta, sin embargo, Bessie faltaba mucho a la escuela pues ayudaba a su mamá en los campos de algodón y cuidando a sus hermanos menores. Con muchos esfuerzos llegó a graduarse de octavo grado con altas calificaciones, y con sus ahorros y algunos de su mamá pudo asistir un semestre a una universidad industrial en Oklahoma.
Tristemente al terminar el semestre tuvo que dejar la escuela pues ya no pudo pagar más, regresó a su casa y empezó a trabajar como lavandera. En 1915 se trasladó a Chicago para quedarse con dos de sus hermanos que ya se habían mudado allí. Fue a la escuela de belleza, y se convirtió en una manicurista, de las mejores, trabajó en un salón de belleza donde conoció a la crema y nata de la "elite negra" de Chicago.
Durante la Primera Guerra Mundial Bessie se interesó mucho en el campo de la aviación y en revistas veía a las mujeres francesas que volaban los aviones durante la guerra, y fue en esos días en que decidió lo que quería hacer el resto de su vida: piloto aviador. En esa época, alrededor de 1918, siendo mujer pensar en estudiar, y agrégale afroamericana, tenía todas las de perder, sin embargo con determinación fue a la escuela de aviación a inscribirse, pero fue rechazada. Lo mismo le pasó con otras escuelas a donde acudió. Pero ahí estaba su determinación y no se desanimó en su intento de ser piloto; no sabía cómo le iba a hacer, pero iba a luchar por lograrlo. Uno de sus contactos a través de su trabajo como manicurista era Robert S. Abbott, quien era fundador y editor del “Chicago Defender”, un periódico semanal dirigido a los afroamericanos, y la animó a seguir su sueño en Francia, pues los franceses no eran racistas y eran los líderes en la aviación. Esto implicaba dejar su zona de confort, pues había que estudiar francés, ahorrar para irse a Francia y a ver cómo le iba allá, y… por supuesto que lo hizo, estudió francés en las noches en la escuela Berlitz y siguiendo el consejo de Abbott, y con fondos de varios patrocinadores se fue a Francia en 1920.
El 15 de junio de 1921, se convirtió en la primera estadounidense (hombre o mujer) en recibir una licencia de Piloto Internacional de la Federación Internacional de Aeronáutica (FAI). Esta licencia le daba autoridad para pilotear un avión en ¡cualquier parte del mundo! Volvió con su licencia a Nueva York en septiembre de 1921, siendo recibida por una sorprendente cantidad de reporteros.
Bessie vio que ser piloto de entretenimiento le podía proporcionar beneficios financieros para cumplir otro sueño, abrir una escuela de aviación para “negros”, pero le faltaban las habilidades necesarias para lograrlo, así que regresó a Francia para su entrenamiento acrobático y regresó a Estados Unidos en agosto de1922.
Bessie sabía que necesitaba publicidad para sus actuaciones, por lo que creó una imagen emocionante con un uniforme de estilo militar que aumentaba su belleza. El 3 de septiembre de 1922, Bessie dio su primera actuación en un espectáculo aéreo cerca de la ciudad de Nueva York, Robert Abbott y el Chicago Defender la anunciaron como "la más grande aviadora de mundo." Fue un éxito - elogiada por la prensa tanto de los blancos como afroamericanos. En las entrevistas, tenía aplomo, seguridad en sí misma y una gran elocuencia. Después actuó en shows exitosos en Memphis y Chicago.
Un año después dio lecciones de vuelo a un ejecutivo de publicidad que se ofreció a comprarle un avión a cambio de que soltara folletos publicitarios desde el aeroplano, así lo hizo y consiguió un avión con el que habían entrenado en el ejército, sin embargo en su primer vuelo se estancó y se estrelló. Bessie pasó cuatro meses en recuperación de varias fracturas y otras lesiones. Después se dedicó a dar una serie de conferencias, inspirando a otros a alcanzar sus sueños y dando a conocer su voluntad de abrir una escuela de aviación para afroamericanos.
Con altibajos en su carrera, ésta volvió a despegar en el verano de 1925 cuando continuó sus shows de acrobacias con aviones prestados, durante sus presentaciones Bessie exigía que no hubiera segregación, como por ejemplo, que todos entraran por la misma puerta, pues los negros usualmente tenían una puerta especial para ellos.
Se hizo famosa, sus seguidores la llamaban “Queen Bess” (La Reina Bess) o “Brave Bessie” (Bessie la valiente). Pero todavía seguía enfrentándose a innumerables obstáculos tanto de blancos como de negros. Muchos hombres negros estaban resentidos con ella pues había logrado lo que ellos no pudieron. Y muchas mujeres negras, a pesar del activismo por las libertades civiles y mejores escuelas, a menudo eran demasiado conservadores socialmente para aceptar la vibrante personalidad de Bessie. Los periódicos negros le daban publicidad, pero eran de circulación muy limitada. Los periódicos blancos a menudo o la ignoraban por completo, o la menospreciaban.
A principios de 1926, Bessie abrió un salón de belleza en Florida para recaudar más dinero para su escuela de aviación. También se pudo hacer de otro avión igual al anterior. Con su recién adquirido avión haría su próxima actuación en Jacksonville, Florida el 1 de mayo de 1926.
Su mecánico-piloto, William D. Wills, probó el avión en Orlando, pero tuvo que hacer tres aterrizajes forzosos porque el avión estaba muy gastado y mal cuidado. El 30 de abril de 1926, Bessie y su piloto hicieron un vuelo de prueba, ella se sentó en la cabina de atrás para inspeccionar el área en la que iba a volar y a saltar en paracaídas al día siguiente. Volaba sin el cinturón de seguridad porque tenía que asomarse por encima del borde de la cabina para seleccionar los mejores sitios para su espectáculo. A una altitud de 1,500 pies, el avión se zambulló, y luego dio una vuelta, arrojando a Bessie al vacío, tras el impacto desde tal altura cada hueso de Bessie fue triturado y murió. Momentos después el avión se estrelló y el piloto murió también.
Bessie Coleman tuvo tres servicios fúnebres, en Jacksonville, en Orlando y en Chicago a donde asistieron miles de personas.
En 1929, el teniente William J. Powell fundó el Bessie Coleman Aero Club, la Escuela de Aviación que Bessie tanto había deseado establecer, con sede en Los Ángeles, California.
En 1931, la Asociación de Pilotos Challenger de Chicago hizo su primer vuelo sobre el cementerio Lincoln, donde Bessie está enterrada, en honor a ella, y desde entonces cada año pilotos afroamericanos vuelan sobre él y arrojan flores en su honor. En 1934, Powell dedicó su libro Black Wings a su memoria. Y en 1977, las mujeres piloto en la región de Chicago fundaron el Club de Aviadoras Bessie Coleman. En 1995, el Departamento Postal de Estados Unidos imprimió estampillas en honor de Bessie.
Mi admiración por esta gran mujer, que pudiendo tener, tal vez, una vida tranquila con un salón de belleza, con su clientela cautiva, no dejó nunca ir su sueño, lo persiguió y lo persiguió hasta que lo alcanzó, y no importó si tuvo que ir lejos, a donde lo pudiera alcanzar, y aún después de su muerte cumplió un sueño más, el de crear una escuela de aviación para afroamericanos, una vez más vemos el ejemplo de una persona exitosa que a base de esfuerzo, determinación y constancia logró sobreponerse a la adversidad y llegar a donde se proponía.
La pasión no conoce ni límites ni fronteras.