Toma las pequeñas oportunidades que la vida te ofrece, te llevarás grandes
sorpresas…
Take the small opportunities that life offers, and
receive great surprises...
Andrés Bermea
Ahora nuestra historia para hoy...
Now our story for today...
(Please read this story
below the Spanish version)
La Graduación
Tras una pausa de unos nueve años, regresé a continuar mi carrera profesional (tiempo parcial al
principio) para encontrar que el viejo título de diplomado que yo tenía había
sido sustituido por un título universitario y me sentí menos calificada que los
más jóvenes.
Me decidí a hacer algo al respecto, sobre todo porque
siempre había sentido que debería haber hecho una carrera en primer lugar, así
que volví a la universidad e hice un diplomado en un tema relacionado. Después
hice un postgrado y, finalmente, me gradué en 1996 con un título de maestría. Para
ese entonces yo estaba agotada. Había
estado trabajando tiempo completo y tenía dos hijos. Sin el amor y el apoyo de toda
mi familia (especialmente de mi marido) yo nunca lo habría logrado, la tesis
que escribí fue mi “Monte Everest”
(el más grande reto). Mi marido se haría cargo de las tareas del hogar, así que
no tenía ninguna excusa para no estudiar, y llevaría a los niños a algún lugar todos
los domingos, para que tuviera un poco de paz y tranquilidad para escribir mi
tesis.
Yo NO quería ir a la ceremonia de entrega de títulos. Sólo
quería mi pedazo de papel y dejar todo atrás
- para seguir adelante con mi vida nuevamente. Sin embargo, mi esposo
insistió en que asistiera al evento formal. Dijo que se lo merecía ¡después de todo lo que había hecho!
Acepté a regañadientes y envié por los boletos. Cuando las entradas llegaron,
había una extra, y casualmente se lo comenté a mi madre. De inmediato dijo:
"¿Por qué no invitas a tu padre?"
Pensé que era injusto invitar solo a uno de mis padres, pero ella dijo que
quería que él fuera y me dijo por qué.
Cuando mi padre estudió para obtener su título en la década
de 1940, fue un camino de muchas dificultades. Sus padres no eran ricos y el
tuvo que trabajar haciendo reparaciones
aquí y allá y todo tipo de trabajos para ayudar a financiar sus estudios.
Conoció a mi madre mientras él estaba estudiando y se enamoraron profundamente.
Cuando finalmente se
recibió, gastó todo el dinero que le quedaba en un anillo de compromiso para mi
madre y no pudo costearse el viaje hasta Londres para recoger su título. Así
que nunca fue a su ceremonia de graduación y nunca llegó a ponerse la toga a la
que tenía derecho.
Yo estaba muy contenta de haberlo invitado a mi ceremonia. Cuando
llegué a la sala para ponerme la toga, mencioné el hecho de que mi padre nunca
había estado en su ceremonia de entrega de títulos a uno de los funcionarios
que estaban repartiendo las togas solicitadas previamente. Me preguntó cuál era
la universidad y en qué año terminó. Se le dije, y él me pidió que esperara.
Cuando volvió, había encontrado la toga correcta para mi padre e insistió en
que la tomáramos sin cargo alguno. Mi padre se sintió un poco tonto al principio,
pero todo el mundo lo convenció de que era su derecho vestir la toga y que tuviéramos
nuestra fotografía juntos para mi madre. Fue un día absolutamente mágico que
nunca podría haber esperado. Estoy muy contenta de que mi marido insistiera en
que fuera a la ceremonia.
Mi hijo espera graduarse el próximo año, y si Dios quiere,
vamos a tener otra foto, esta vez será de nosotros tres.
De Julie, suscriptora de Insight of the Day de Bob Proctor.
Publicada originalmente en Internet en Insight Of
The Day de Bob Proctor
Here the English version
Graduation
After a
break of about nine years, I returned to my career (part time at first) to find
that the old diploma qualification that I had got had been replaced with a
degree and I felt less qualified than the younger counterparts.
I decided
to do something about this, especially since I had always felt that I should
have taken a degree course in the first place, so I returned to college and did
a diploma in a related subject. I next did a post-graduate diploma and finally
graduated in 1996 with a Master's degree. By that time I was exhausted. I had
been working full time and had two children. Without the love and support of
all my family (especially my husband) I would never have got through it, the
thesis I wrote was my "Mount Everest." My husband would take over the
housework so I had no excuse not to study, and take the children out somewhere
every Sunday so I had some peace and quiet to write my thesis.
I did NOT
want to go to the presentation ceremony. I just wanted to get my piece of paper
and put it all behind me - to get on with my life again. However, my husband
insisted that I attended the formal event. He said he deserved it after all he
had been through!! I reluctantly agreed and sent off for the tickets. When the
tickets arrived there was an extra one and I casually mentioned it to my mother.
She immediately said "Why not invite your father to come along?" I
thought it was unfair to invite just one of my parents but she said she really
wanted him to go and told me why.
When my
father had studied for his degree in the 1940's, it had been a struggle. His
parents were not wealthy and he had had to work his way through, doing road
mending and all sorts of jobs to help fund his learning. He met my mother
whilst he was studying and they were deeply in love. When he eventually
qualified, he spent all his remaining money on an engagement ring for my mother
and so he could not afford to travel up to London to collect his degree. So he
never went to his award ceremony and never got to wear the gown to which he was
entitled.
I was very
glad to invite him to come to my ceremony.
When I got
to the robing room, I mentioned the fact that my father had never been to his
award ceremony to one of the staff who were handing out the pre-ordered robes.
He asked me what university it was and what year. I told him, and he asked me
to wait. When he returned, he had found the correct robe for my father and
absolutely insisted that we borrow it free of charge. My father felt a bit
silly at first, but everyone convinced him that it was his right to wear the
robe and we had our photographs taken together for my mother. It was an
absolutely magical day that I could never have expected. I am so glad that my
husband insisted that I went.
My son
expects to graduate next year, and God willing, we plan to have another picture
taken, this time with all three of us.
From Julie, an Insight of the Day subscriber.
Published on Insight Of The Day from Bob Proctor