domingo, 9 de abril de 2017

Acres de Diamantes / Acres of Diamonds

…A menudo buscamos la riqueza en las propiedades de los demás cuando está justo bajo nuestros pies…

…Too often look for diamonds on other people’s properties when the diamonds are right under our feet...

Earl Nightingale compartió la siguiente historia rescatada por BobProctor y que creo es una lección de vida maravillosa. Hoy domingo ahora la compartimos contigo y créeme vale la pena.

Earl Nightingale shared this story rescued by Bob Proctor and I think is a wonderful life lesson. Today Sunday we share with you and believe me it's worth.

Tenemos una historia que contarte…
We have a story to tell...
(Please read this story below the Spanish story)


Acres de Diamantes

Russell Herman Conwell
Uno de los estadounidenses más interesantes que vivió en el siglo 19 fue un hombre llamado Russell Herman Conwell. Nació en 1843 y vivió hasta 1925. Se desempeñó como abogado por quince años, hasta que se convirtió en clérigo.

Un día, un joven se le acercó y le dijo que deseaba una educación universitaria, pero que no la podía costear. El Dr. Conwell decidió, en ese momento, lo que sería su objetivo en la vida, además de vestir la sotana. Decidió construir una universidad para los estudiantes desvalidos, pero que merecían estudiar. Sin embargo tenía un gran reto. Necesitaría varios millones de dólares para construir la universidad. Para el Dr. Conwell, como para cualquier persona con un verdadero propósito en la vida, nada podía interponerse en el camino para lograr su objetivo.

Varios años antes de este incidente, al Dr. Conwell le había llamado mucho la atención una historia real - con su eterna moraleja. La historia era sobre un granjero que vivía en África y a través de una visita que recibió se entusiasmó mucho con la idea de buscar diamantes. Los diamantes habían sido ya descubiertos en abundancia en el continente africano y este agricultor se entusiasmo mucho con la idea de ganar millones de dólares con los diamantes, así que vendió su granja para salir en busca de ellos.

 Anduvo por todo el continente, año tras año, en constante búsqueda de los diamantes, riqueza que nunca encontró. Con el tiempo quedó completamente arruinado, se arrojó a un río y se ahogó.

Mientras tanto, el nuevo propietario de la granja recogió una roca poco usual del tamaño de un huevo y la puso en su manto como una especie de curiosidad. Un visitante que llegó a la granja al ver la roca prácticamente entró en convulsiones. Le dijo al nuevo propietario de la granja que la roca poco usual que tenía era el diamante más grande que jamás se había encontrado. El nuevo propietario de la granja dijo: "Caramba, toda la granja está cubierta con ellos" - y efectivamente, así era.

La finca resultó ser la Mina de Diamantes Kimberly... la más rica que el mundo haya conocido jamás. El dueño original estuvo literalmente parado sobre "Acres de Diamantes", hasta que vendió su granja.

El Dr. Conwell aprendió de la historia del granjero y continuó enseñando su moraleja.

Cada uno de nosotros está justo en el centro de su "Acre de Diamantes", si sólo nos diéramos cuenta y desarrolláramos el terreno que estamos pisando antes de salir en busca de pastos más verdes. El Dr. Conwell contó esta historia muchas veces y atrajo a audiencias enormes. Contó la historia lo suficiente como para juntar el dinero para iniciar la universidad para los estudiantes más pobres.  De hecho, reunió cerca de seis millones de dólares y la universidad que él fundó, la Universidad de Temple en Filadelfia, cuenta con al menos 10 colegios que otorgan títulos universitarios y otras seis escuelas.

Cuando el doctor Russell H. Conwell habló acerca de que cada uno de nosotros está sobre su propio "Acre de Diamantes", lo decía en serio. Esta historia no envejece... perdurará para siempre.

Las oportunidades no sólo llegan -están ahí todo el tiempo - sólo tenemos que verlas.


Por supuesto, la moraleja de esta historia es que muy a menudo buscamos los diamantes en las propiedades de los demás cuando los diamantes están justo bajo nuestros pies. Nosotros simplemente no sabemos como luce un diamante. Nunca tratamos de averiguarlo. Nosotros seguimos mirando hacia un lado y hacia otro y alrededor de todo el mundo buscando la riqueza, pero siempre estuvo justo frente a nosotros. Cuando pasamos sin cesar de un trabajo a otro, de pareja tras pareja, o lo que sea sin saber realmente lo que queremos en última instancia, nos quedamos sin conseguir nada. Malgastamos la riqueza bajo nuestros pies, porque siempre andamos buscándola otro lugar. Y no existe en otros lugares. Existe aquí mismo.


Publicada originalmente en Internet en Insight Of The Day de Bob Proctor

Adaptación al Español: Graciela Sepúlveda y Andrés Bermea

Here the English version…

Acres of Diamonds

Russell Herman Conwell
One of the most interesting Americans who lived in the 19th century was a man by the name of Russell Herman Conwell. He was born in 1843 and lived until 1925. He was a lawyer for about fifteen years until he became a clergyman.

One day, a young man went to him and told him he wanted a college education but couldn't swing it financially. Dr. Conwell decided, at that moment, what his aim in life was, besides being a man of the cloth - that is. He decided to build a university for unfortunate, but deserving, students. He did have a challenge however. He would need a few million dollars to build the university. For Dr. Conwell, and anyone with real purpose in life, nothing could stand in the way of his goal.

Several years before this incident, Dr. Conwell was tremendously intrigued by a true story - with its ageless moral. The story was about a farmer who lived in Africa and through a visitor became tremendously excited about looking for diamonds. Diamonds were already discovered in abundance on the African continent and this farmer got so excited about the idea of millions of dollars worth of diamonds that he sold his farm to head out to the diamond line.

He wandered all over the continent, as the years slipped by, constantly searching for diamonds, wealth, which he never found. Eventually he went completely broke and threw himself into a river and drowned.

Meanwhile, the new owner of his farm picked up an unusual looking rock about the size of a country egg and put it on his mantle as a sort of curiosity. A visitor stopped by and in viewing the rock practically went into terminal convulsions. He told the new owner of the farm that the funny looking rock on his mantle was about the biggest diamond that had ever been found. The new owner of the farm said, "Heck, the whole farm is covered with them" - and sure enough it was.

The farm turned out to be the Kimberly Diamond Mine...the richest the world has ever known. The original farmer was literally standing on "Acres of Diamonds" until he sold his farm.

Dr. Conwell learned from the story of the farmer and continued to teach it's moral.

Each of us is right in the middle of our own "Acre of Diamonds", if only we would realize it and develop the ground we are standing on before charging off in search of greener pastures. Dr. Conwell told this story many times and attracted enormous audiences. He told the story long enough to have raised the money to start the college for underprivileged deserving students. In fact, he raised nearly six million dollars and the university he founded, Temple University in Philadelphia, has at least ten degree-granting colleges and six other schools.

When Doctor Russell H. Conwell talked about each of us being right on our own "Acre of Diamonds", he meant it. This story does not get old...it will be true forever.

Opportunity does not just come along - it is there all the time - we just have to see it.

Earl Nightingale

Of course, the moral of this story is that we too often look for diamonds on other people’s properties when the diamonds are right under our feet.  We just don’t know what a diamond looks like. We never tried to find out.  We just kept looking around and around everywhere for the riches but they were always right in front of us.  When we search endlessly from job to job, companion to companion, or whatever in an unsettled fashion we ultimately arrive at nothing.  We squander the wealth under our feet because we are always looking elsewhere for it.  And it does not exist elsewhere.  It exists right here.


Originally published on Insight Of The Day from Bob Proctor